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Por si acaso, Aomame resumió en el cuaderno aquellos datos biográficos y la<br />

explicación sobre la composición musical. Sin embargo, el artículo del libro no le<br />

daba ninguna pista sobre qué tipo de conexión había o qué tipo de conexión podría<br />

haber entre la Sinfonietta y Aomame. Al salir de la biblioteca deambuló por la ciudad,<br />

donde ya empezaba a anochecer. A veces hablaba sola y otras negaba moviendo la<br />

cabeza.<br />

«Por supuesto, no es más que una hipótesis», pensó Aomame mientras<br />

caminaba. «Pero por ahora es la hipótesis más convincente que tengo. Al menos,<br />

hasta que se me presente otra aún más convincente, creo que debo actuar conforme a<br />

ella. De lo contrario, podría derrumbarme. Para ello debería llamar de forma<br />

adecuada a este nuevo estado en el que me encuentro. Requiere un apelativo singular<br />

para diferenciarlo del mundo de antaño, en el que los policías andaban con<br />

revólveres de los viejos. Hasta los gatos y los perros necesitan un nombre Un nuevo<br />

mundo, transformado, no va a ser menos.»<br />

«1Q84: 7 así voy a denominar este nuevo mundo», decidió Aomame.<br />

«Q de question mark. Algo que carga con una interrogación a sus espaldas.»<br />

Aomame asintió sola mientras caminaba.<br />

«Me guste o no, ahora me encuentro en "1Q84". El año 1984 que yo conocía ya no<br />

existe. Esto es 1Q84. El aire ha cambiado, el paisaje ha cambiado. Me tengo que<br />

adaptar rápidamente a la forma de ser de este mundo con signo de interrogación.<br />

Igual que un animal liberado en un nuevo bosque. Para protegerme y sobrevivir,<br />

tengo que comprender sin dilación las reglas del lugar y amoldarme a ellas.»<br />

Aomame fue a una tienda de discos próxima a la estación de Jiyūgaoka y buscó<br />

la Sinfonietta de Jan{ček. El moravo no era un compositor muy famoso. El rincón en<br />

el que se agrupaban los discos de Jan{ček era diminuto y sólo encontró un disco que<br />

incluyera la Sinfonietta. Estaba interpretada por la Orquesta de Cleveland, bajo la<br />

batuta de George Szell. En la cara A traía el Concierto para orquesta de Bartók. No<br />

sabía si la interpretación era buena, pero como no tenía elección, se compró el elepé.<br />

Regresó a casa, sacó un Chablis del frigorífico, lo descorchó, colocó el disco sobre el<br />

plato y dejó caer la aguja. Luego escuchó atentamente la música mientras bebía el<br />

vino bien frío. La fanfarria del inicio resonó de forma brillante. Era la misma música<br />

que había escuchado en el taxi. Sin duda. Cerró los ojos y concentró sus sentidos en<br />

la música. La interpretación no estaba mal. Pero no ocurrió nada. Simplemente<br />

sonaba música. Ni se le retorció el cuerpo, ni se le alteraron los sentidos.<br />

Después de escuchar toda la obra hasta el final volvió a meter el disco en su<br />

funda, se sentó en el suelo y se bebió el vino apoyada contra la pared. Mientras<br />

reflexionaba estaba tan absorta que apenas notaba el sabor del vino. Fue al lavabo,<br />

7 El número 9 y la letra q se pronuncian en japonés del mismo modo: kyū. (N. del T.)

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