13.05.2013 Views

pablo.pdf

pablo.pdf

pablo.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

modo, nadie saldrá perjudicado. Nadie morirá, nadie saldrá herido, ni nadie irá a la<br />

cárcel.<br />

Aomame asintió.<br />

—Te refieres a que burle la norma de Chéjov para escribir una novela, ¿no?<br />

—Eso es. Chéjov era un escritor excelente, pero, por supuesto, su forma de hacer<br />

las cosas no es la única. No todas las armas que salen en una historia tienen que ser<br />

disparadas —dijo Tamaru. Luego frunció el ceño de repente—. ¡Ah! Me olvidaba de<br />

algo importante. Tengo que darte un busca.<br />

Sacó un pequeño aparato de un cajón y lo colocó sobre el escritorio. Tenía un<br />

enganche metálico para ajustarlo a la ropa o al cinturón. Tamaru alcanzó el auricular<br />

del teléfono y marcó un número abreviado de tres dígitos. Al tercer toque, el busca<br />

comenzó a producir un sonido electrónico de forma intermitente. Tras subirle el<br />

volumen al máximo, Tamaru pulsó un botón y detuvo el sonido. Aguzó la vista para<br />

comprobar que el número de teléfono aparecía indicado en la pantalla y luego se lo<br />

entregó a Aomame.<br />

—A ser posible, llévalo siempre contigo —le dijo Tamaru—. O como mínimo no<br />

te alejes demasiado de él. Si sonara, querría decir que te he enviado un mensaje. Un<br />

mensaje importante. No voy a hacerlo sonar para saludarte de vez en cuando. Quiero<br />

que llames de inmediato al número que aparezca en pantalla. Tiene que ser desde<br />

una cabina pública. Otra cosa más: si tienes algo de equipaje, puedes dejarlo en la<br />

consigna automática de la estación de Shinjuku.<br />

—En la estación de Shinjuku —repitió Aomame.<br />

—No hace falta que te lo diga, pero es mejor que no llames la atención.<br />

—Por supuesto —respondió Aomame.<br />

Al volver a su apartamento, Aomame cerró todas las cortinas y sacó la HK 4<br />

Heckler & Koch y las balas del bolso bandolera. Luego se sentó delante de la mesa de<br />

la cocina y repitió unas cuantas veces el ejercicio de extraer el cargador. Cada vez que<br />

lo hacía, la velocidad aumentaba. Los movimientos ganaban ritmo y las manos<br />

dejaban de temblar. A continuación envolvió la semiautomática con una camiseta<br />

usada y la escondió en una caja de zapatos. A su vez, guardó la caja en el fondo de<br />

un armario. La bolsita con las balas la metió en el bolsillo de un chubasquero colgado<br />

en una percha. Como tenía la garganta muy seca, sacó de la nevera té frío de cebada<br />

tostada y se bebió tres vasos. Tenía los músculos de los hombros agarrotados por la<br />

tensión y las axilas desprendían un olor a sudor diferente al habitual. Sólo con ser<br />

consciente de que tenía una pistola, la forma de ver el mundo cambiaba un poco. Al<br />

paisaje que la rodeaba se le añadía un matiz desconocido, extraño.<br />

Aomame se desvistió y se dio una ducha para eliminar el olor a sudor.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!