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saber por qué, ese detalle le preocupó. Dos empleados habían venido con ella<br />

empujando una camilla. Ambos eran fornidos y de tez morena, y no dijeron ni una<br />

palabra. Parecían extranjeros.<br />

—Señor Kawana, tenemos que llevar a su padre a la sala de análisis. Entretanto,<br />

¿podría esperar aquí? —dijo la enfermera.<br />

Tengo miró el reloj.<br />

—¿Algo va mal?<br />

La enfermera sacudió la cabeza.<br />

—No, no es eso. Como en esta habitación no tenemos las máquinas necesarias<br />

para hacer los análisis, simplemente nos lo llevamos para allá. No pasa nada. Más<br />

tarde, el médico hablará con usted.<br />

—Vale. Espero aquí.<br />

—Si va al comedor puede tomar un té caliente. Le vendría bien descansar un<br />

poco.<br />

—Gracias —dijo Tengo.<br />

Con cuidado, los dos hombres pasaron el escuálido cuerpo del padre a la<br />

camilla, sin quitarle los tubos de la infusión intravenosa. Sacaron al pasillo la cama y<br />

el soporte de la infusión. Eran muy hábiles. Y permanecieron callados en todo<br />

momento.<br />

—No vamos a tardar mucho —dijo la enfermera.<br />

No obstante, pasó un buen rato y el padre seguía sin volver. La claridad que<br />

entraba por la ventana se debilitó rápidamente, pero Tengo no encendió la luz de la<br />

habitación. Tenía la impresión de que, si la encendía, algo importante allí presente se<br />

echaría a perder.<br />

La forma del padre permanecía hundida en la cama. Aunque no debía de pesar<br />

demasiado, el padre había dejado su forma nítidamente marcada. En cuanto<br />

contemplaba el hueco, Tengo se sentía como si hubiera sido abandonado en aquel<br />

mundo. Tuvo la impresión de que, una vez puesto el sol, nunca volvería a amanecer.<br />

Tengo se sentó en el taburete y, teñido por el color que anunciaba el crepúsculo,<br />

se sumió durante un buen rato en sus pensamientos sin cambiar de postura. Luego,<br />

de pronto se dio cuenta de que no había estado pensando en nada. Simplemente<br />

había recalado en un vacío sin sentido. Se levantó despacio del taburete, fue al baño e<br />

hizo sus necesidades. Se lavó la cara con agua fría. Se la secó con un pañuelo y se<br />

miró al espejo. Después, recordando lo que le había dicho la enfermera, bajó al<br />

comedor y se tomó un té caliente.

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