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TENGO<br />

Capítulo 8<br />

Va siendo hora de que los gatos aparezcan<br />

Después de que un individuo apellidado Yasuda lo hubiera llamado por teléfono<br />

aquella noche y le hubiera comunicado que su esposa se había perdido y que no<br />

volvería a visitar a Tengo nunca más, y de que, una hora más tarde, Ushikawa lo<br />

llamara para decirle que él y Fukaeri desempeñaban la función de portadores<br />

principales de los gérmenes patógenos del «crimental», Tengo pasó el resto de la<br />

semana rodeado de una calma inusitada. Los dos le habían transmitido un mensaje<br />

de profunda relevancia (o eso quería pensar él). Como romanos vestidos con toga,<br />

erguidos sobre un estrado en medio del foro, haciendo una proclama frente a los<br />

ciudadanos interesados. Y tras haberle comunicado aquello que habían deseado<br />

decirle, ambos le habían colgado el teléfono.<br />

Finalizadas las dos llamadas nocturnas, nadie más volvió a ponerse en contacto<br />

con Tengo. El teléfono no volvió a sonar y no recibió ninguna carta. Ni llamaron a la<br />

puerta, ni apareció ninguna avispada paloma mensajera zureando. Parecía que<br />

nadie, ni Komatsu, ni el profesor Ebisuno, ni Fukaeri o Kyōko Yasuda, tenía nada<br />

que comentarle.<br />

Por su parte, era como si Tengo hubiera perdido todo interés hacia esas<br />

personas. O más que hacia esas personas, hacia todas las cosas. Nada le interesaba en<br />

absoluto: ni las ventas de La crisálida de aire; ni qué estaba haciendo la autora, Fukaeri,<br />

en ese momento; ni el desarrollo de la estratagema urdida por el ingenioso editor<br />

Komatsu; o si los serenos designios del profesor Ebisuno seguían en marcha; hasta<br />

qué punto conocían los medios de comunicación la verdad; o cómo estaba actuando<br />

la misteriosa organización Vanguardia... Una vez que el bote al que se había subido<br />

caía en picado hacia el fondo de la cascada, no había más remedio que seguir<br />

cayendo. Por mucho que luchara ya no iba a cambiar la corriente del río.

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