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TENGO<br />

Me alegro de que te haya gustado<br />

Capítulo 16<br />

Tras los diez días durante los cuales estuvo corrigiendo La crisálida de aire, Tengo<br />

dio por acabada la versión de la nueva obra y se la entregó a Komatsu, luego disfrutó<br />

de una temporada apacible como una bonanza. Dos veces por semana daba clases en<br />

la academia y quedaba con su novia. El resto del tiempo lo dedicaba a realizar las<br />

tareas domésticas, dando paseos o escribiendo su propia novela. Así pasó abril. Los<br />

cerezos se deshojaron, asomaron nuevos brotes, los magnolios florecieron y la<br />

estación dio paso a una nueva etapa. Los días transcurrían en orden, con normalidad,<br />

como si nada. Aquélla era, precisamente, la vida que Tengo deseaba: en la que una<br />

semana enlazaba con la siguiente de manera automática, sin interrupciones.<br />

No obstante, se podía observar un cambio. Un cambio para mejor. Mientras<br />

escribía, Tengo se dio cuenta de que una nueva fuente había nacido en su interior. El<br />

agua no manaba precisamente a borbotones; era más bien un modesto manantial<br />

entre rocas. Pero aunque la cantidad fuese pequeña, el agua parecía brotar sin cesar.<br />

No había prisa. No había que precipitarse. Bastaba con esperar pacientemente a que<br />

el agua se acumulara en las cavidades de la roca. Una vez acumulada, se podría<br />

coger con las manos. El resto sólo era sentarse frente al escritorio y verter lo tomado<br />

en forma de texto. Así era como había progresado la historia, de manera espontánea.<br />

Al concentrarse tantísimo en la corrección de la obra, probablemente había<br />

logrado apartar la roca que hasta entonces había obstruido la fuente. Tengo<br />

desconocía cómo había sido posible, pero, sin lugar a dudas, había sentido que «al<br />

final, aquella pesada tapa había cedido». Tenía la impresión de que su cuerpo se<br />

había aligerado, de que había salido de un lugar angosto y podía estirar las<br />

extremidades libremente. Tal vez la obra La crisálida de aire hubiera despertado algo<br />

latente en su interior.<br />

Se dio cuenta de que dentro de él había surgido una especie de entusiasmo. Era<br />

algo que no recordaba haber experimentado muchas veces a lo largo de su vida. Ya

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