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campo, no podrían hacer otra cosa más que intentar sobrevivir a la muerte por<br />

inanición, y la terrible recesión que sacudía aquellos tiempos había dejado una plaga<br />

de parados. Trasladándose a la ciudad no habría esperanza de encontrar un empleo<br />

decente. En semejante situación, la única forma de sobrevivir era irse a Manchuria.<br />

Recibió formación básica para trabajar de campesino de explotación, con derecho a<br />

fusil en caso de necesidad; le dieron unas nociones sobre la situación de la<br />

agricultura en Manchuria, en el pueblo lo despidieron con vivas y fue llevado en tren<br />

de vapor desde Dalian hasta cerca de la frontera de Manchuria y Mongolia interior.<br />

Allí le asignaron tierras, aperos de labranza y un fusil, y se dedicó a la agricultura<br />

junto con sus compañeros. Eran tierras yermas, llenas de guijarros, y en invierno<br />

todo se congelaba. Como no tenían qué llevarse a la boca, hasta se comían perros<br />

vagabundos. A pesar de todo, los primeros años recibieron ayudas del Gobierno y<br />

pudieron subsistir a duras penas.<br />

En agosto de 1945, cuando la vida por fin parecía empezar a estabilizarse, el<br />

Ejército soviético rompió el Pacto de Neutralidad e invadió todo el Manchukuo. El<br />

Ejército soviético, que había puesto fin al frente europeo, había desplazado una gran<br />

cantidad de tropas hasta el Extremo Oriente en el Transiberiano y las había<br />

desplegado, de forma paulatina, para traspasar la línea de la frontera. Su padre se<br />

había enterado de aquella noticia acuciante gracias a cierto funcionario con el que<br />

había trabado amistad por casualidad y estaba a la espera de la invasión del Ejército<br />

soviético. Como el debilitado Ejército de Kwantung no parecía que fuera a resistir<br />

durante mucho tiempo, el funcionario le recomendó que se preparase para huir solo.<br />

«Cuánto más rápido huyas, mejor.» Por eso, en cuanto escuchó que el Ejército<br />

soviético había violado la frontera, galopó hasta la estación en un caballo del que se<br />

había provisto y subió en el penúltimo tren para Dalian. Él fue el único de sus<br />

compañeros que, durante aquellos años, regresó sano y salvo a Japón.<br />

En la posguerra, el padre de Tengo se fue a Tokio, se dedicó al mercado negro y<br />

fue aprendiz de carpintero, pero nada se le dio bien. A duras penas podía sobrevivir.<br />

En el otoño de 1947, cuando trabajaba de distribuidor para una bodega en Asakusa,<br />

se topó en el camino con un viejo conocido de su época en Manchuria. Era el<br />

funcionario que lo había avisado de la inminencia de la Batalla de Manchuria. A él lo<br />

habían destinado a un puesto relacionado con el sistema postal en Manchukuo, pero<br />

ahora había regresado a Japón y trabajaba de nuevo para el Ministerio de<br />

Telecomunicaciones, en el que había estado empleado durante otra época. Como<br />

eran paisanos y sabía que era un trabajador infatigable, sentía simpatía por el padre<br />

de Tengo y lo invitó a comer.<br />

Al enterarse de que el padre de Tengo había estado buscando sin resultado<br />

alguno un empleo decente, le propuso que probara a trabajar como cobrador para la<br />

NHK. Tenía a un conocido en el departamento, así que podía hablarle bien de él. «Se<br />

lo agradecería inmensamente», le dijo el padre de Tengo. No sabía cómo era trabajar<br />

para la NHK, pero tendría un empleo con un sueldo fijo y eso era mejor que nada. El<br />

funcionario le escribió una carta de presentación e incluso se prestó a hacer de

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