13.05.2013 Views

pablo.pdf

pablo.pdf

pablo.pdf

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

gran pecado: quien cultiva la tierra o planta un árbol no tarda en morir. No obstante,<br />

le gusta mucho el pan, que conoce a través de los rusos, y lo come como si se tratara<br />

de una golosina; en la actualidad no es infrecuente encontrar guiliakos en<br />

Aleksándrovsk o Ríkovskoie llevando una hogaza de pan bajo el brazo.» 12<br />

Tengo paró de leer en ese punto y tomó aliento. Fue incapaz de captar las<br />

impresiones de Fukaeri, que lo escuchaba atentamente, a partir de su rostro.<br />

—¿Qué? ¿Quieres que siga leyendo o prefieres otro libro? —le preguntó.<br />

—Me gustaría saber más de los guiliacos.<br />

—Entonces voy a seguir.<br />

—Me puedo meter en la cama —preguntó Fukaeri.<br />

—Claro —contestó Tengo.<br />

Entonces los dos fueron al dormitorio. Fukaeri se metió en la cama y Tengo cogió<br />

una silla y se sentó a su lado. Luego retomó la lectura.<br />

«Los guiliakos no se lavan jamás, de modo que hasta a los etnógrafos les resulta<br />

difícil determinar el verdadero color de su piel; tampoco lavan la ropa interior; en<br />

cuanto a sus prendas de piel y sus botas tienen el aspecto de haber sido arrancados<br />

cinco minutos antes de un perro muerto. Los guiliakos despiden un olor fuerte y<br />

penetrante, y la cercanía de sus viviendas se reconoce por el olor repugnante, a veces<br />

apenas soportable, del pescado curado y los desechos podridos. Por lo común, cerca<br />

de cada yurta hay un secadero, lleno hasta los topes de pescados abiertos y<br />

extendidos que, vistos de lejos, sobre todo cuando los ilumina el sol, parecen hilos de<br />

coral. Al lado de esos secaderos, Kruzenshtern vio una enorme cantidad de gusanos,<br />

que formaban una capa de una pulgada de espesor.»<br />

—Crusenstern.<br />

—Creo que fue uno de los primeros exploradores. Chéjov era un estudioso y se<br />

leyó de cabo a rabo todos los libros que habían sido escritos sobre Sajalín.<br />

—Continúa.<br />

«En invierno la yurta está llena de un humo acre que proviene del hogar, pero<br />

también del tabaco que fuman los guiliakos, sus mujeres e incluso sus hijos. No se<br />

sabe nada de su morbilidad y su mortalidad, pero es de suponer que esas<br />

condiciones higiénicas tan poco saludables no dejarán de tener influencias nocivas en<br />

su salud. Tal vez a ello se deba su baja estatura, la hinchazón de su rostro y cierta<br />

indolencia y lentitud en sus movimientos.»<br />

12 La isla de Sajalín, traducción de V. Gallego Ballestero, Alba Editorial, Barcelona, 2005.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!