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Sin embargo, la relación entre los miembros de la vieja Vanguardia y la nueva<br />

comuna acabó rompiéndose poco tiempo después, puesto que sus ambiciones eran<br />

demasiado diferentes. Con todo, el trato entre Fukada y los estudiantes radicales que<br />

había liderado en otro tiempo continuó después de la escisión. Fukada sentía una<br />

gran responsabilidad hacia ellos. Eran los miembros a los que él había organizado y<br />

conducido hasta las montañas de Yamanashi. No podía deshacerse de ellos así como<br />

así, a su antojo. Además, la comuna escindida dependía de la fuente de recursos<br />

secreta que Fukada tenía en su poder.<br />

—Se podría decir que Fukada se encontraba entre dos aguas —dijo el profesor—.<br />

En el fondo ya no creía en la romántica idea de una revolución, pero, a pesar de ello,<br />

tampoco podía negarla tajantemente. Negar la revolución sería negar todo lo que<br />

había vivido hasta entonces y reconocer su error ante todos. Era incapaz. Tenía<br />

demasiado orgullo para hacerlo y, además, le preocupaba qué pasaría entre los<br />

estudiantes si él se retirara de todo aquello, ya que por entonces Fukada todavía<br />

ejercía cierto control sobre aquellos estudiantes.<br />

»Y así empezó a vivir yendo y viniendo entre Vanguardia y la comuna<br />

escindida. Por un lado, Fukada era el líder de Vanguardia, y por el otro, asumía el<br />

papel de asesor de la comuna a favor de la lucha armada. Alguien que había dejado<br />

de creer en la revolución seguía explicando la teoría revolucionaria a otras personas.<br />

Además de dedicarse a las labores agrícolas, los miembros de la comuna escindida<br />

recibían una severa instrucción militar y formación ideológica. Su pensamiento fue<br />

radicalizándose más y más, en comparación con el de Fukada. La comuna adoptó un<br />

secretismo absoluto y prohibió la entrada de cualquier persona foránea. Las fuerzas<br />

de seguridad pública los tenían bajo vigilancia moderada, como organización<br />

potencialmente peligrosa que pregonaba la insurrección armada.<br />

El profesor se miró otra vez el pantalón a la altura de las rodillas. Luego irguió la<br />

cabeza.<br />

—Vanguardia se dividió en 1976. Al año siguiente, Eri se escapó de Vanguardia<br />

y vino a nuestra casa. A partir de entonces, la comuna escindida pasó a llamarse<br />

«Amanecer».<br />

Tengo alzó la cabeza y achicó los ojos.<br />

—Espere un minuto —le dijo. Amanecer. Había oído hablar de ese nombre, sin<br />

duda; pero, de alguna manera, sus recuerdos eran terriblemente imprecisos y<br />

deshilvanados. Lo único que sacaba en limpio eran unos cuantos fragmentos<br />

inciertos de algo parecido a un hecho—. ¿No será esa tal Amanecer la que causó un<br />

gran incidente hace algún tiempo?<br />

—En efecto —contestó el profesor Ebisuno. Entonces dirigió una mirada seria<br />

hacia Tengo, que hasta aquel momento no había mostrado—. Es la famosa Amanecer

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