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EJE TEMÁTICO III RECURSOS DIGITALES 2.0 PARA LA FORMACIÓN DE COMUNIDADES DE LECTORES Y ESCRITORES UNIVERSITARIOS<br />

Pero lo cierto es que pue<strong>de</strong> verse <strong>de</strong> otra manera. Para empezar, los datos <strong>de</strong> la Encuesta Nacional<br />

<strong>de</strong> Lectura indican que quien más lee en todo el país son los jóvenes <strong>de</strong> 18 a 22 años. El dato<br />

es valioso y no invita precisamente al pesimismo. y eso que en la encuesta se está entendiendo “leer”<br />

como “leer a la antigüita”, es <strong>de</strong>cir, libros impresos, en gran parte <strong>de</strong> contenido académico, lo que presumiblemente<br />

pue<strong>de</strong> relacionarse con su formación universitaria. Pero opaca una realidad incuestionable:<br />

cada vez más jóvenes, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> libros, leen y escriben en todo tipo <strong>de</strong> dispositivos digitales. y<br />

lo hacen a todas horas. De una forma que ninguna sociedad había conocido antes <strong>de</strong> la aparición <strong>de</strong> la<br />

internet y sus cachivaches electrónicos. Es <strong>de</strong>cir, su alfabetización académica corre al mismo tiempo que<br />

su alfabetización digital. Aunque no al mismo ritmo.<br />

El crecimiento <strong>de</strong> la actividad digital se ha multiplicado en los últimos años hasta llegar a alcanzar<br />

en México casi el 20% <strong>de</strong>l número total <strong>de</strong> usuarios <strong>de</strong> internet en Latinoamérica. y en 2010 ya podían<br />

contarse más <strong>de</strong> 34.9 millones <strong>de</strong> usuarios <strong>de</strong> la red en el país (AMIPCI 2011), y el 37% <strong>de</strong> ellos eran<br />

menores <strong>de</strong> edad. Lo que <strong>de</strong>muestran esos datos es que la juventud en México es una lectora y escritora<br />

digital cuanto menos prolífica. Si a eso se suma el aumento <strong>de</strong> la población universitaria resulta que tenemos<br />

en nuestras aulas, por distraídos y apáticos que se muestren, a la generación <strong>de</strong> mexicanos probablemente<br />

más lectoescritora <strong>de</strong> la historia. Tanto en materiales impresos como en los nuevos textos digitales.<br />

¿Qué po<strong>de</strong>mos enten<strong>de</strong>r por lectoescritura? Algo semejante a los “nuevos alfabetismos” (New<br />

Literacy Studies) explicados por Lankshare y Knobel (2008). No se trata sólo <strong>de</strong> que cambie la sustancia<br />

“técnica” (el papel por la pantalla, la palabra por el caracter digital), sino la sustancia “espiritual” (el individuo<br />

por la red, la producción por la conexión). Cambian, por tanto, las mismas prácticas sociales y el<br />

sentido mismo <strong>de</strong> lo que significa leer y escribir. La Tabla 1 representa esta colisión <strong>de</strong> mentalida<strong>de</strong>s:<br />

Nuestros alumnos más aventajados en el uso <strong>de</strong> esas tecnologías podrían, por tanto, estar aprendiendo<br />

un nuevo modo <strong>de</strong> pensar el mundo, las relaciones sociales, el conocimiento y una nueva manera<br />

<strong>de</strong> leer y escribir. Pero si la política, la economía y los medios han reaccionado y se están adaptando a<br />

esos nuevos escenarios <strong>de</strong> comunicación, la escuela, <strong>de</strong> momento, parece resistente al contagio digital<br />

(richardson, 2009). Aunque no hay forma <strong>de</strong> evitar que lo digital se filtre cada vez más en las aulas.<br />

Des<strong>de</strong> una perspectiva educativa, el interés por explorar la utilización <strong>de</strong> estos recursos digitales<br />

cuenta con po<strong>de</strong>rosos argumentos a favor. El primero <strong>de</strong> todos es motivacional. En su famoso artículo,<br />

Prensky (2001) distinguía dos tipos <strong>de</strong> usuarios <strong>de</strong> la red: los “nativos”, cuyas vidas se habían <strong>de</strong>sarrollado<br />

en la era <strong>de</strong> internet y los “migrantes” digitales, que habían crecido y socializado sin la necesidad<br />

<strong>de</strong> esas tecnologías. En el contexto escolar se daba la paradoja <strong>de</strong> que los alumnos eran nativos y sus<br />

profesores solían ser migrantes, con lo que la brecha <strong>de</strong> las mentalida<strong>de</strong>s (ver Tabla 1) es un problema<br />

difícil <strong>de</strong> superar. Lo anterior podría explicar, en parte, la creciente falta <strong>de</strong> interés y capacidad <strong>de</strong> atención<br />

<strong>de</strong> los alumnos en unas clases universitarias pensadas <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la cultura <strong>de</strong> los migrantes, no <strong>de</strong> los<br />

nativos. En ese contexto, el uso <strong>de</strong> prácticas <strong>de</strong> enseñanza más afines a los lenguajes digitales pue<strong>de</strong><br />

ser un recurso motivacional para las nuevas generaciones. Un puente en la brecha.<br />

Un segundo argumento es la misión formativa <strong>de</strong> la universidad, pues una <strong>de</strong> sus principales<br />

funciones es, o <strong>de</strong>bería ser, el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> las competencias necesarias para ser un buen profesional<br />

y ciudadano en el futuro próximo. El problema es que el mundo y el conocimiento evolucionan a una<br />

velocidad tal que es imposible pre<strong>de</strong>cir cómo serán esas socieda<strong>de</strong>s, incluso en el corto plazo y, por<br />

tanto, saber <strong>de</strong> antemano qué caudal <strong>de</strong> habilida<strong>de</strong>s y conocimientos requiere un universitario actual<br />

(TED, 2006). Lo que sí es esperable, en cambio, es la importancia que esas tecnologías van a cobrar<br />

en nuestras socieda<strong>de</strong>s. Así que a las universida<strong>de</strong>s les urge incorporar la enseñanza <strong>de</strong> competencias<br />

comunicativas claves en esos escenarios tecnológicos, como la búsqueda, evaluación y aplicación <strong>de</strong> la<br />

<strong>información</strong> o la lectura y escritura digital. En una sociedad <strong>de</strong> la <strong>información</strong>, la universidad <strong>de</strong>be formar<br />

a sus jóvenes en las prácticas letradas digitales contemporáneas (Cassany, 2008).<br />

Una última razón es <strong>de</strong> naturaleza ética y política. A diferencia <strong>de</strong> la Web 1.0, caracterizada por<br />

286 INSTITUTO TECNOLÓGICO AUTÓNOMO DE MÉXICO, MÉXICO, D.F.

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