TIMOS Yliras - DSpace CEU

100 TiniOS Y TRÓVANOS.
la España, presentando eomo órganos suyos á los que ella no dá su»
poderes, ni les confiere vela en ese entierro. Porque vamos á cuen­
tas, Señor: ¿no veis que se os van á reir los que os vean contar
votos con habas, cuando lo que hace al caso es hierro y plomo
y demás menudencias de cañón?
Declamación inútil. El pensamiento se llevó adelante, con­
vocándose para el 15 de junio una Diputación general de 150
españoles. Pero como una cosa es convocar y otra reunir convoca­
dos, ¿quien culpará á la Junta de Madrid, ni á su Presidente
Murat, porque apesar de todos sus esfuerzos no llenasen el cupo to­
tal que Napoleón les pedia? Este se escusaba por viejo; aquel se que­
jaba de flato; el otro decia estoy cojo... y hasta hubo quien dijo no
quiero; no me dá la gana de ir. ¿Que hacer con una gente tan
brusca que aun sin ser plebe hace alarde de ser mal criada,
como el bavlío 1). Antonio Valdés, los marqueses de Cilleruelo
v Astorga, y el obispo de Orense sobre todo, D. Pedro de
Quevedo y Quintano...? Hubo, pues, Bonaparte de arreglarse
como mejor le fué posible, y no siendo hacedero encontrar entre
12 millones de españoles los 150 individuos que exijia el ilustre,
Consistorio, contentóse al principio con 30, añadiendo después
poco á poco 61 afrancesados mas. Total, 91 individuos. Y aun
estos, en buena aritmética, eran no mas 45 y medio, porque s¡
un cuarto escaso fué allá con toda libertad y de buen grado, los
dos cuartos restantes, y algo mas, lo hicieron solamente por fuer­
za, y hombre que cede al miedo es medio hombre, aunque á al­
gunos parezca que no. ¿Qué importa? Un refrán hay que dice que
lo mismo dá 8 que 80; y con arreglo á él, lo mismo es 48 y me­
dio que su doble, y ese doble que 150. El caso es tener Junta
á todo trance, y si hay poca gente, mejor: menos habladores habrá.
¿Habladores? Sí! ¿ Con que objeto? Bueno es Napoleón para