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TIMOS Yliras - DSpace CEU

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— ¡Tenor una madre lan buena...pero tan toquilla y tan<br />

— ¡Oh!'.!<br />

— ¡ Y un papá tan digno de aprecio....pero tan descuidado y tan<br />

— ¡Ahüü<br />

— Y un rival en Godoy tan odioso, y tan sin vergüenza y tan....<br />

— ¡Uh!!!!!!!!!<br />

Y así prosiguieron los dos, el uno con su tan y su mas lan , á guisa del<br />

que zurra timbales, y el otro con sus aesl y sus oes!, á modo del que sufre<br />

calosfríos, ó le arranca el barbero lina muela. El resultado fué entenderse<br />

ambos, y destinar el tiempo de las lecciones á pensar los medios mas apro-<br />

pósilo de hacer venturoso al país, quitando al rey de palo del estanque, y<br />

sustituyéndole el culebrón que debía tragarse las ranas.<br />

Como derribar al monarca era mas que grano de anís, contentábase Es-<br />

coíquiz al principiocon echar al infierno al privado, y con dará su alumno mas<br />

preponderancia en los negocios de la que arrinconado tenia. Era ese el medio<br />

de tenerla él, y era lo que mas le importaba. El rey dio en el quid de la intri­<br />

ga , y le separó de su hijo , plantándole boniticamente en Toledo. Fernando<br />

quedó inconsolable con la ausencia de tan buen preceptor ; pero este halló<br />

medio de entenderse con él y de llevar adelante sus tramas. Durante el des­<br />

tierro del canónigo, casó CarlosIV á Fernando con la princesa María Antonia,<br />

hija del Rey de Ñapóles, por ciertas razones políticas. Godoy sehabia opuesto<br />

al casamiento, y hete aqui á la princesa resentida. María Antonia era además<br />

partidaria de la Inglaterra, y el valido seguía agabachándonos. Otro motivo<br />

mas de dimes y diretes. El canónigo por su parte contribuía á encender la<br />

discordia, y hasta venia disfrazado de vez en cuando á hacer sus visitillas á<br />

los novios. Eche V. leña al fuego si le place. La reina Carolina de Ñapóles to­<br />

maba también cartas en el juego. ¿Quién duda que la cosa iba soberbia? Hi­<br />

meneo como aquel no se ha visto. El palacio era un galimatías. Fernando que<br />

por sí no era bueno , y que en manos de su maestro sehabia hecho peor, di-<br />

rijido durante algún tiempo por los buenos consejos de su esposa , acabó de<br />

echarse á perder.<br />

Las ranas seguían graznando, y daba compasión el oirías. Carlos IV con<br />

su ceguedad, Godoy con sus barbaridades, María Luisa con sus calaveradas»<br />

la de Ñapóles con sus maquinaciones, la Princesa su hija con sus chismes,<br />

Escoiquizcon sus arterías, y el diablo con su rabo de por medio, contribuían<br />

á aumentar el roe roe, y el dragón mientras tanto engordaba. Las gentes no<br />

sabían la alhaja que les esperaba en Fernando, y tomaban culebra por anguila.

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