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358 TIRIOS Y TRÓVANOS.
Ese vuestro prurito de impedir la benéfica y libre acción
que podria en provecho del pais ejercer el poder ejecutivo en
tan importante materia, es, lo veo, debido al recelo de que
pueda convertirse en mentira la celebración de las Cortes;
pero es mal recurso y mal medio huir del fuego para dar en
brasas, yeso es lo que vosotros hacéis, impidiendo por temor
al abuso hasta el uso racional y legítimo de la disolución de la
Asamblea, cuando el rey crea útil y oportuno recurrir á tal es­
pediente. Como quiera que sea, ese vuestro temor exajerado
me hace temer á mí que habréis sido algo estrechos de manga
en otras cosas de la propia incumbencia del rey, y como las fa­
cultades de este dependen de las (pie vosotros hayáis delermi-
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del modo que se hace por los sofistas á quienes refutamos , sobre ese vencimiento
humillante y sobre ese ofendido decoro de la majestad de los reyes.
¿Dónde están en efecto esos inconvenientes , si el veto suspensivo dá
al monarca los mismos medios de poder que el otro? ¡Tanto puede la contradicción
en hombres que carecen de principios.' Los nuestros son cn esto inflexibles:
al conceder el veto á los monarcas, transijimos con la necesidad
de darles elemento de gobierno , aun con peligro de que al hacerlo así pueda
su resistencia temporal á la sanción de ciertas medidas producir los mismos
efectos quo la resistencia sin límites. Una diferencia hay no obstante entre
la una resistencia y la otra , y es que en la segunda se anula teórica y prácticamente
la soberanía del Pueblo, y en la otra podrá alguna vez anularse
ese principio en la práctica, pero quedará en teoría , quedará principio el
principio , y esto siempre es ganar alguna cosa cuando de doctrinas se trata.
Por lo demás, el caso de que hablamos, es decir, el de la mala fé con que
puede hacerse uso del veto aun en ese sentido temporal, pertenece al abuso
y no al uso, y el poder sabe bien por la historia el éxito que tarde ó tempra"
no suelen tener los guantes que se arrojan á la exasperación de los pueblos.
Entretanto, bien puede asegurarse que aun esa misma exasperación será
mas posible que ceda ante la espectativa de un veto que puede ser revocado,
que no ante la idea terrible de que , si el monarca se obstina , no dará
jamás su sanción á leyes que una vez ha resistido, ledeiq na