TIMOS Yliras - DSpace CEU

A*O 1810. 230
con tantos visos de amotinador y tan fuera de razón , bien mirado,
que nada lo legitimaba , debia escilar, y excitó, una indignación
general: y sin que le valiesen al Obispo su alta reputación como
patriota, ni los esfuerzos de sus paniagudos, ni la mansedumbre
política con que otros diputados que no eran parciales suyos se
inclinaban á no hacer caso de ataque tan descomedido, decretó in­
dignado el Congreso prestase inmediatamente, como autoridad
eclesiástica, el juramento á que se resistia. El renitente contestó
otra vez, y reproduciendo las mas de las especies que en su es­
crito habia alegado, modificó no obstante su ojeriza á la soberanía
nacional, diciendo que la juraría, siempre que se entendiese por
ella que era la nación soberana en unión con el rey; mas no so­
berana sin este, ó soberana de su soberano. Bella distinción, voto á
bríos, y muy acomodada sobre todo al conflicto en que entonces
nos víamos, cambiando la nación por un lado, y andando el mo­
narca por olro. ¿Quése hubiera hecho, dice Toreno (y por Dios
que diciéndolo él, no ha de parecer sospechoso), en caso que Fer­
nando, concluyendo un tratado con su opresor, y casándose con
«na Princesa de aquella familia, se hubiese presentado en la raya,
después de estipular bases opuestas á los intereses de España 9
Esta pregunta que, como se vé, no tiene respuesta ninguna
soberanías á medias, debió naturalmente ocurrirles á todos los
diputados, no siendo por tanto admisible la cavilosidad del Obispo;
y como las Cortes no estaban , según en su lugar se observó, por
S|
'i perjuicios de ninguna especie en lo que ellas mandaban pro­
meter, no era pasadero tampoco lo que el ex-llegente anadia, esto
**i que a en cuanto á jurar obediencia á los decretos, leyes y Cons­
titución que se estableciese, lo haria SIN PERJUICIO de reclamar,
te
presentar y hacer la oposición que de dereclio cupiera á lo que
leyese contrario al bien del Estado, y á la disciplina, libertad é