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172 TIRIOS Y TRÓVANOS.
mo aquel. Tales son las tres cuartas partes de los matrimonios que
vemos. La mitología pagana dio á Venus por marido un Vulcano,
y esto prueba lo antiguo que es unirse lo bello y lo feo, la defor­
midad y la gracia, lo tierno y apacible con lo agieste. Aun en los
mismos irracionales hay á veces respecto á este punto discordan­
cias las mas caprichosas. El pabo real es bellísimo, y la paba no
vale un ardite; pero esto es solo una escepcion de regla, porque
lo general es ser machos y hembras dignos por lo bello ó lo feo
de emparejar los unos con las otras. La paloma es consorte del pi­
chón con la misma razón y justicia que lo es la borrica del asno.
Lo que sucede entre hombres y mugeres acontece también en
otra escala entre las naciones y sus gefes, no siendo raro ver ma­
los monarcas en pueblos dignos de tenerlos buenos, y buenos re­
yes entre gentes malas, ó que no son tan buenas como ellos, bien
que esto raya en maravilla y grande, y es también escepcion de
toda regla. El verdadero rey de los judios era nada menos que
Dios, y los judios le crucificaron con la iniquidad mas horrible.
En castigo de este atentado, del cual fuimos todos culpables por
haber pecado en Adán, ha tal vez el Señor permitido dar á los
pueblos tantos gefes malos como no los merecen por cierto las na­
ciones que tienen á sus pies. Por degradado que estuviera el mun­
do , no era acreedor al yugo de un Nerón, ni á la dominación de
un Tiberio, nial infame reinado de un Calígula; y sin embar­
go tuvo todo eso, y algo mas que podríamos decir. En cambio
fue feliz con Trajano , con Adriano y con Antonino; mas para un
Marco-Aurelio que hubiese, hubo siempre ocho ó diez Domicia-
nos; y gracias si no han sido mas en número los azotes que la
mano de Dios ha descargado sobre las espaldas de la desventurada
humanidad.
Pero dejando esto aparte, lo que á mí me choca es lo dicho: