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TIMOS Yliras - DSpace CEU

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kkk TIRIO» Y TROYAMOS.<br />

de pasarnos sin ellas en cuanto nos sea posible, ó pensar en<br />

disminuir la que tantos pobres paisanos, necios amigos del po­<br />

der civil y dignos por lo tanto de azotes, llamamos dictadura<br />

militar en nuestra miserable impotencia.<br />

En el Código de 1812 se reconoce la necesidad del ejérci­<br />

to permanente, como la comisión para formarlo la reconoció<br />

por su parle, no sin calificar de fatal esa institución necesaria,<br />

al modo que Droz la apellida (y eso que es también moderado)<br />

incentivo funesto para la sed de las conquistas, y obstáculo por<br />

mucho tiempo, si es que no lo es para siempre, á los progresos de<br />

Admirable es ciertamente el talento de los escritores franceses en todo lo<br />

que es generalizar; pero con bastante frecuencia los arrastra á barbaridades<br />

tales como las de esas aserciones tomadas en sentido absoluto, sin admitir<br />

«scepcion alguna que tienda á modificarlas. Je parle en grana", dice Cousin<br />

una vez, inclinándose al parecer á admitirlas, pero arrepintiéndose luego,<br />

añade con muchísima gracia: saufles exceptions, s' il y en a. ¿Con qué s' il<br />

y en al Pue> las hay, caballero Víctor Cousin, y tanto, que parece imposible<br />

que entre las iniquidades que deshonran á la .Francia guerrera no cuente<br />

usted cuando tan cerca las tiene la invasión de la pobre España por las tropas<br />

de Napoleón á principios del siglo presente, y la de las cien mil bayonetas<br />

que en 1823 vinieron á abatir en la misma el pendón de la libertad y<br />

el consiguiente de la civilización, para darnos en su lugar el despotismo de<br />

Fernando Vil, el cual, lo mismo entonces que en la época de 1814, debió<br />

tener razón sin duda alguna, puesto que salió vencedor, y nunca vence sino<br />

la justicia, según los principios de usted. Acá empero, en la bárbara España,<br />

miramos de otro modo las cosas, no habiendo en ella apenas quien<br />

no entone aquella consabida canción que no parece sino que se ha hecho<br />

para hacerla caer como maza sobre todos esos bellos sofismas con que usted<br />

ameniza su obra, haciendo la apoteosis de la fuerza:<br />

Vinieron los sarracenos<br />

Y nos molieron á palos,<br />

Que Dios ayuda á los malos<br />

Cuando sonmas que tttx buenos.

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