TIMOS Yliras - DSpace CEU

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por ejemplo, á Cataluña, y en ella al intrépido Lacy. ¿Poi­
qué no he de hacer yo mención de la actividad incansable y
del siempre creciente tesón con que se distingue ese gefe en
hacer cruda guerra al francés, sin darle un momento de tregua,
ni concederle un punto de reposo? ¿ Por qué he de callar sus
laureles en el combate de Villaseca, ó los que reunido con
Sarsfield alcanza en San Feliu de Godinas, ó los de ese mismo
Sarsfield en Francia imponiendo lo propio que Villamil las con­
sabidas contribuciones, ó los de Eróles en Aragón, en la ac­
ción sangrienta de Roda, después de su derrota en Altafulla?
¿Por qué no he de hablar de Rimbau cubriéndose de gloria en
Darníus? ¿Por qué he de condenar al olvido los nombres de
Milans y Rovira, vencedores en Aulot y Llavaneras? ¿Por qué,
ya que me es imposible narrar todos los hechos notables que
tienen lugar por allí, no he de citar entre sus autores los nom­
bres de Gay y Llauder, de Fábregas y Manso siquiera? ¡Oh!
¿qué importa que Napoleón agregue el principado á la Francia,
dividiéndolo en departamentos? Cataluña no puede ser suya
porque él la recorte del mapa. La nueva división territorial y
las prefecturas creadas lo son solamente en el nombre. Los
mismos imperiales lo dicen: « aquí se necesitan hierro y plomo,
ejércitos, cañones.... no prefectos.*
Destinadas Valencia y Murcia á ser la parle flaca de .la
guerra desde la toma de la capital de la primera de estas dos
provincias, dejémoslas en paz por ahora bajo la dirección de
Copons encargado de reanimar el decaído espíritu edetano, y
bajo la de Odonnell (Don José) á quien queda confiada la
reorganización del segundo y tercer ejército que luego serán
reforzados por los ingleses Whitingam y Roche y por la es­
cuadra anglo-siciliana, mientras el capuchino Nebot y otros no