TIMOS Yliras - DSpace CEU

AÑO 1812. 4-27
Los autores de la Constitución de 1812 no comprendieron
sino solo á medias la primera de estas verdades; mas por lo
que respeta á la segunda, la aceptaron de un modo completo.
Fiel la Carta con esa aceptación, comienza aquí por determi­
nar que deba generalizarse la institución de los Ayuntamientos,
poniéndolos donde no los baya y convenga que los hubiere, y
no consintiendo que falten en los pueblos que lleguen á mil
almas. Toda especie de oficio perpetuo debe desde luego cesar,
y tanto el alcalde ó alcaldes, como los regidores y síndicos, y
aun los mismos secretarios dotados por los fondos llamados del
común, deben constantemente ser nombrados por libre y popu­
lar elección. Lo sensible es que esta es indirecta, consecuencia
del pánico terror con que los Diputados de Cádiz contemplan
el sufragio universal; pero al fin, indirecta como es, ofrece al­
gún menor inconveniente que la de Diputados á Cortes, siendo
de dos grados no mas, á saber, la que hacen los vecinos para
elegir á los electores, y la á que estos proceden después para
elegir á los concejales. Para ser raiz cuadrada electoral, basta
ser ciudadano en el pueblo: para potencia de segundo grado,
ciudadano con ejercicio y con residencia en aquel: para ser ele­
gido, lo propio, con tal que sean de un quinquenio al menos la
residencia y la vecindad, debiendo ademas de esto tener edad
mayor de 25 años y todas las demás calidades que determina­
ren las leyes.
En cuanto al número de los concejales, se estará á loque
estas prescriban, y en lo que toca á su renovación, sufrirála el
alcalde anualmente, y por mitad cada año los demás, prohi­
biéndose la reelección hasta pasar al menos un biennio donde lo
permitiere el vecindario.
Respecto á inhibiciones, se declara que ningún empleado