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A«SO 1811. 283
sar á nuestro sargento, y se alegró porque deseaba aterrar á los
españoles, llevando á ejecución su decreto espedido en 9 de ma­
yo de 1810, el cual decreto, como el lector sabe, condenaba á pena
de muerte á todos los soldados españoles que combatían por la in­
dependencia. Y habia en Sevilla una junta con el título de crimi­
nal, establecida por los franceses para juzgar á los españoles, y
esa junta se negó á proceder contra nuestro Juan Manuel López,
y Soult la obligó á que lo hiciese, y mandóle ademas que le apli­
case, en lugar de la pena de garrote, la de horca que estaba abo­
lida. Y la junta entonces pasó á juzgar al supuesto reo, y juzgóle
en efecto y le absolvió. Y esto visto por el mariscal, mandó que se
volviese á ver la causa, y vióse la causa otra vez, y fue López ab»
suelto de nuevo. Y Soult entonces se irritó muchísimo, y deseoso
de llevar á cabo su cruel y diabólico designio, nombró una comi­
sión criminal compuesta de otros ministros, y estos vieron por ter­
cera vez la causa de aquel infeliz, y otra vez tercera fue ahsuello. Y
con esto fue el gozo universal en la populosa Sevilla, y todos creye­
ron que Soult desistiría de su horrible intento, y no desistió sin em­
bargo, y reunió otra nueva comisión , y esta comisión juzgó á Ló­
pez por la cuarta y última vez, y juzgóle sin procedimiento ni di­
ligencia alguna legal, y el resultado fue salir al palo la víctima
tres veces absuelta. Y esto fue el 29 de noviembre, y para ser
completamente digno de todo un mariscal del imperio el cuadro
qne aquel dia ofreció, no faltó sino que el verdugo se negase á
ejecutar la sentencia, y asi hubiera podido Soult lucirse colum­
piándose airosa y manualmente sobre los hombros del ejecutado,
y honrando el oficio y la horca.
Y asi como es nula la causa que solo se defiende con dicte­
mos, pobre y muy pobre es la dominación que exige para ser ejer­
cida aterrar á los oprimidos por el estilo que los imperiales lo es-