TIMOS Yliras - DSpace CEU

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ñez, con los demás grandes existentes en Bayoua, fueron menos
estrechos de manga , y aceptaron las honras y empleos que José
les quiso otorgar. San Carlos, A yerbe, Correa, Macanaz y el ca­
nónigo Escoiquiz, individuos de la servidumbre de Fernando, eri­
giéronse,no sé cómo,en imitadores del perro cuando chilla prime­
ro que le den, dado que por no llegar tarde, se anticiparon á so­
licitar cada cual su gracia corriente en carta escrita desde Valencey
el dia 22 de junio, jurando obediencia á la Constitución y fideli­
dad á José. / Oh témpora! ¡ oh mores! ¿ Pues y el arzobispo de
Toledo, el señor don Luis de Borbon? Dios le haya perdonado su
blasfemia, que eso vino á ser y no otro reconocer como emanada
del cielo la obligación de amar al opresor de su Patria, y de re­
verenciarle y serle fiel. ¿Cómo no imitó el grande ejemplo que le
daba su augusto pariente, el magnánimo Fernando VII, modelo de
constancia y de heroísmo en felicitar al intruso y en tomar parte
en sus satisfacciones, por haberse calzado con el trono que le aca­
baban de quitar á él? No mezclándose en esto á Dios, el rey no
daba que reir al diablo, ni pasaba el escándalo del mundo, ni por­
que siguiera soñando con su Dulcinea imperial, se podia decir con
razón que cedia por eso al tercero de los enemigos del alma.
Altamente satisfecho José con los homenages prestados por
aquellos españoles anfibios, y arreglados ya los negocios relativos
á la organización del ministerio y de su servidumbre real, deter­
minó, de acuerdo con su hermano, dirijirse á la Villa de Madrid
á tomar posesión de su trono. Entró, pues, en España el 9 de
julio; y dando en Tolosa las órdenes oportunas' para que se le
proclamase solemnemente en ciudades, villas, aldeas, cortijos,
caseríos,despoblados, etc. etc. etc.,dispuso igualmente que el clero
implorase la divina asistencia en favor del nuevo reinado, lo cual
«ra ó venia á ser lo mismo que encargar rogativas al ree para |«1