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TIMOS Yliras - DSpace CEU

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582 <strong>TIMOS</strong> Y TROYANOS.<br />

tas al trono fueron mas bien efecto del recuerdo del absolutis­<br />

mo pasado, que no de verdadero temor relativo al tiempo futu­<br />

ro? ¡Ah! las Cortes no abrigaron jamás la desconfianza mas mí­<br />

nima tocante á la persona de su ídolo! ¡Para ellas era un ente<br />

de razón la posibilidad de un rey malo! Esas limitaciones de<br />

poder con que de una manera tan notable hemos visto á la<br />

Constitución refrenar la acción del monarca, no creáis que es­<br />

presaban recelos por lo que á este decia relación. Absolutistas<br />

puros proclamaron la soberanía del Pueblo, y absolutistas fue­<br />

ron igualmente la mayoría de los que votaron contra los matri­<br />

monios de los reyes sin la aprobación de las Cortes; pero así<br />

como seria un error atribuir en ellos tal conducta á sentimien­<br />

tos de liberalismo, estando tan á mano para esplicarla el odio<br />

áNapoleón, así lo seria creer hostiles á la causa del trono á los<br />

de la fracción reformadora, cuando al rodearle de trabas lo hi­<br />

cieron solamente por salvarle del maquiavelismo estranjero, á<br />

par que de las malas influencias que intrigantes y favoritos pu­<br />

dieran ejercer sobre él, reproduciendo en daño del país un se­<br />

gundo viaje á Bayona, ú otras tristes escenas parecidas á las de<br />

que era víctima reciente la nación en aquella época. Mal po­<br />

dían, pues, desplegar energía revolucionaria (aun siendo reali­<br />

zable y hacedero lo que ya hemos visto que no) los que lejos de<br />

temer en Fernando un enemigo de las instituciones, creíanle<br />

al contrario dispuesto hasta á darles las mas cumplidas gracias<br />

por sus generosos esfuerzos en hacerle monarca dos veces,<br />

una devolviéndole el trono lanzando de él al usurpador, y otra<br />

dándoselo, no manchado como acababa de abdicarlo él, sino<br />

puro esplendente, inmaculado, constitucional finalmente, co­<br />

mo cumplía recibirlo al hombre llamado á presidir los destinos<br />

de una nación que se regeneraba. ¡Magnánima y lamentable

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