TIMOS Yliras - DSpace CEU

AÑO 1808. 40
ció Duroc recibieron al rey á las puertas de la ciudad, entre la rea­
nimada esperanza de su comitiva y las silenciosas miradas de los
kivoneses, que acudían áver el espectáculo al modo del que mira
orangutanes ú otras alimañas así. Neufchatel y Duroc agasajaron á
los recien venidos, y los llevaron á su alojamiento. Es decir, ilus­
tres viajeros , que tenéis posada y barata , y algo es algo, señores
cautivos, que no siempre, la cárcel es gratis, siendo el calabozo
decente.
Una hora después del arribo, vino Napoleón á ver al rey; y si
no vino antes, ni envió vanguardia ninguna para que le recibiese
en el camino, fué solo porqué no se figuré pudiera haber monarca
tan babieca que viniera á ponerse en sus manos después de la car-
tila consabida. La entrevista fué corta, pero alegre, como que el
uno decia para sí: ya por fin he pillado a este bobo, y el otro en sus
adentros exclamaba: de esta hecha me dan Magestad, yú la nocheá
dormir con la norial Pero Napoleón no habló palabra relativa á lo
uno A¡ á lo otro. Las señales sin embargo eran buenas, porque el
emperador al poco rato dijo á Fernando ahur con mucha gracia, y
además convidóle á comer.— ¿ A comer? dijo Escoiquiz: pues no
my duda! Magestad y novia tenemos.
Pero quiá, Dom Cuanl eso no. Cuando el Emperador está en
la mesa, no acostumbra á pensar masque en el plato; y sino, vea
V. como engulle , y como deja al rey que haga lo propio. En cuan­
to á tratamientos, solo el ros, y agradezca V. la llaneza, que ya
en estose acaba la comida, y después de los postres.... claro está!
lo que sigue es alzar los manteles y retirarse el rey a su morada.
Vamos, vamos, ¿que tal? le dicen los suyos, no bien quedan
solos con él.
En,contesta Fernando, ¿qué se vo? Pero maldito si entiendo á
ese hombre. ¿Creeréis que no me ha hablado una palabra relativa-