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TIMOS Yliras - DSpace CEU

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mezclarse en la broma que tenia dividido el palacio, dando de puntapiés á<br />

los malévolos que engatusaban á su padre , y otorgándole á él su protección,<br />

con aínda mais la honra y el consuelo de que pusiese fin á su viudez una<br />

Dulcinea imperial.<br />

Y con esto tenemos á Napoleón entre Godoy y el Príncipe Fernando , dan­<br />

do al uno dedadas de miel y al otro terrones de azúcar, introduciendo sus<br />

ejércitos en España con grandísimo contento de ambos partidos, y jugando<br />

á la morra con los dos, sin que sus gefes se apercibiesen de ello. ¡ Tanto los<br />

sacaba de quicio, á Godoy la esperanza de su partija en la desmembración de<br />

Portugal, y á Fernando el soñar con Mademoisclle y con la protección de<br />

Bonaparte! Mas he aquí que cuando la conspiración del heredero del trono<br />

estaba casi ú punto de estallar, entra Carlos furioso en el cuarto de su hijo,<br />

y después de ocuparle sus papeles, le dice que se rinda á prisión. La trama<br />

ha sido descubierta, aunque no de un modo completo, y son presos también<br />

los demás cómplices. Fórmase causa al Príncipe y los suyos. Un decreto es­<br />

tendido por Godoy, en que el rey acusa á su hijo de haber intentado destro­<br />

narle y quitarle la vida además, queda erijido encabeza de proceso, y anuncia<br />

expiaciones y patíbulos. Fernando tiembla como un azogado; Escoiquiz se<br />

tienta la nuez; Infantado se rasca el gaznate ; el Conde de Orgaz no<br />

las tiene todas consigo; al Marqués de Ayerve le flaquean las piernas ; Ca-<br />

saña y González Manrique se encomiendan á Dios; los conselleres Collado y<br />

Selgas presienten su última hora. ¿ Quién no creerá al ver esto que cíelos<br />

y tierra se hunden, y que los claustros del Escorial van á ser nuevamente tes­<br />

tigos de otra ejecución parecida á la ordenada en el Príncipe Carlos por su<br />

padre Felipe II?<br />

Fernando que las Via mal dadas, trató de salvar el pellejo , aun cuando<br />

fuera á costa de su honra, y de hacer un auto de fé con todos sus parciales y<br />

amigos. Puesto en presencia de Caballero, gran testaferro entonces de Godoy,<br />

aunque tardó muy poco en venderle, empezó á descoserse contra aquellos, di­<br />

ciendo que eran todos unos bribones, y que le habían engañado y seducido, y<br />

que era necesario colgarlos para eterno escarmiento de traidores. Con estas<br />

mezcló mil razones nada conducentes al caso de considerarle inculpable y libre<br />

por lo tanto de pena, como conspirador principal; pero soltó á lo tonto una<br />

especie que hizo temblar al rey y á Manolillo: la de que el embajador Beau-<br />

harnais estaba metidilo de patas en la malhadada conspiración.<br />

¿ El Embajador ? ¡ Jesucristo! — ¡ Buena la he hecho yo, dijo Carlos, pi­<br />

diendo á su amo el auxilo de sus luces y consejos, para ver lo que habia de ha-<br />

-Vi .

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