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ANO 1812. 429
cacion que se paguen de los fondos del común; de los hospitales,
hospicios, casas de expósitos y demás establecimientos de benefi­
cencia, bajo las reglas que se prescriban; y de la construcción y
reparación de los caminos, calzadas, puentes y cárceles, de los
montes y plantíos del común, y de todas las obras públicas de
necesidad, utilidad y ornato; 8. a
, formar las ordenanzas mu­
nicipales del pueblo, y presentarlas á las Cortes para su aproba­
ción por medio de la diputación provincial, que las acompañará
con su informe; 9. a
, promover la agricultura, la industria y el
comercio según la localidad y circunstancias de los pueblos, y
cuanto les sea útil y beneficioso.
¿Con qué á eso se reduce, Diputados, lo que pueden hacer
los concejos? Tanto monta decir que concedéis lo que os es im­
posible negar; pero esto, bien mirado, no es cierto en todo el
rigor de la frase, y así digo no mas que sois mezquinos si os
circunscribís á eso solo. En cambio me choca muchísimo que
sean las Cortes del reino las que hayan de dar su aproba­
ción.... ¿á qué? á las ordenanzas locales de todos los pueblos de
España; ¡pero ya se vé! ¿qué seria del gran sistema de centra­
lización , si la Representación nacional no interviniera en esas
pequeneces, ó autorizara á las diputaciones para decidir sobre
ellas, como yo (erradamente sin duda) juzgaba que seria mejor?
Mas volvamos á vuestras concesiones.
En todo lo que arriba se dice respecto al cuidado y fo­
mento de escuelas, hospitales, caminos, obras públicas, agri­
cultura, industria etc., etc., no se viene á decir casi nada, por­
que ¿á qué es escribir haga usted eso, si no se facilitan los me­
dios de llevar á cabo la acción? Supongamos que un pueblo
necesita construir una obra cualquiera de utilidad local recono­
cida, y que no bastando los propios, es necesario recurrir á