TIMOS Yliras - DSpace CEU

474 TIRIOS Y TROYANOS.
gloria, su universo, su cielo, su Dios; y con él deliraba de dia, y
con él soñaba de noche; y él era su Faon, su Teséo, su Pablo, su
Macías, su Abelardo.
—¿Su Abelardo dije? ¡Oh Heloisa! Mira que el amor que le
tienes puede muy bien no ser correspondido! Mira qué Faon fue
perjuro, y que Teséo se burló de Ariadna! Mira qué los Marsillas
van escasos, y los Piramos de antaño también! ¿No correjirás al­
gún tanto esa desenfrenada pasión ? ¿No la conciliares con la pru­
dencia en cuanto te sea posible? ¿Solo él ha de ser el que invo­
ques todos los momentos del dia? ¿Has de ser toda siempre para
él, y solo y nada mas que para él?
—Por él y para él, tú lo has dicho. Yo me voto á la muerte
en las aras de mi comprometida independencia; pero esa indepen­
dencia por quien muero, quien la personifica es solo El. Alzóme
contra el yugo opresor; pero mi libertad es solo El, Yo no quiero
nada sin Él. La ventura, la dicha á que aspiro no me pueden ve
nir sino de El.
—¿Y si no fuese así, pobre niña?
—¡Horror! ¡Execración! ¿Dudas tú de El?
—¡ Oh, qué fe, qué candor, Heloisa 1 ¿Pero y si tu amado...
—Silencio! Aun cuando fuera ingrato y desleal, me sacrifica-
ria por El. Déjame, pues , la gloria de vivir y de morir en Él y
para EL No me disputes ni aun la triste dicha de ser desgraciada
por El. Déjame mi ventura, si es por El\ ¡déjame mi suerte
menguada, si está escrito que he de ser infeliz, contal que lo sea
por El!
Tal era la nación española con su idolatrado Fernando. Vea­
mos ahora el reverso de la medalla; veamos lo que hacia Fernan­
do mientras ella se mataba por él.
Hay en el departamento del Indre un rio que se llama Nahon,