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AÑO 1812. 395
beneficios y la judicatura son materias escepcionales, cuya pu­
reza exije poner freno á los caprichos del favoritismo, y la ter­
na del cuerpo en cuestión puede conseguir ese objeto sin justo
motivo de queja por lo que respeta al poder, cuya libertad de
elección se respeta lo suficiente presentándole tres candidatos.
No defenderé yo lo mismo la terna que las Cortes se reservan
cuando el rey haya de realizar el nombramiento de sus conse­
jeros, ni el carácter de inamovibles que á esos consejeros se.dá,
toda vez que la Carla declara que no pueden ser removidos sino
por causa justificada ante el Tribunal supremo de Justicia. Lo
primero restrinje sin motivo que sea parecido al anterior, la lie­
bre elección del monarca, y lo segundo ofrece el inconveniente
de tender á erigir en poder aun cuerpo esencialmente consultivo,
cuyo oficio es auxiliar y no mas. Hechas estas observaciones,
lo único que me resta añadir es que me parece algo corto el
número de los consejeros limitado por la Constitución á solos
cuarenta individuos. De ellos, cuatro son eclesiásticos, debien­
do dos de estos ser obispos; otros cuatro han de ser grandes
de España, y los restantes gente de provecho elegida entre los
individuos que mas se hayan distinguido por su ilustración y
conocimientos, ó por sus señalados servicios en algunos de los
principales ramos de la administración y gobierno del Estado,
quedando totalmente escluidos los estranjeros, aunque tengan
la carta consabida.
Inviolabilidad y autoridad del rey, sucesión á la corona,
nxenor edad, regencia, real familia, dotación de la casa real, mi­
nistros, Consejo de Estado.... Está ampliamente recorrido el cír­
culo en todo lo que toca al monarca, al poder de que forma
cabeza, y al consultor que ilustra á ese poder. Esto quiere de­
cir, sino me engaño, que tras esta materia viene otra.