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ASO 1811. 271
que luego el sucesor de Campovenle, el valiente y benemérito
Lacy, sabrá aumentarlo y reorganizarlo, y ademas ya es sabido
que en España no es condición precisa, indispensable, tener gran­
des ejércitos en pie para salvar nuestra independencia. Y tampoco
importa que Eróles pierda en Monserrat los laureles que ciñó á su
frente en Olot, en Castelfollit y otras partes, que eso al fin no
quiere decir sino que una montaña de menos supone una derrota
de mas. Y tápese V. ese pecho, pero no me enseñe el ombligo.
Y lo digo por ser cosa fea que mientras loma V. á Monserrat, se
¡e metan los nuestros en Francia, y sigan como el año pasado exi-
jiendo tributos al Imperio. Y vuelta Otra vez á Aragón, que re­
bullen otra vez las partidas. Y valga la verdad, seo Suchet: usted
se está cubriendo de gloria tomando plazas y escalando montes
y corriendo de. aquí para allá con actividad incansable, pero yo no
sé en ipie consiste que siempre dice V. vine y vi, y nunca ter­
mina la frase sino con un vencí pobre y parcial, que nada dice
en definitiva.
Y nada es en efecto vencer si el vencido se levanta de nuevo.
Y en vano cura el médico la sarna, si al fin aparecen las herpes-
^ asi le sucedió en Cataluña á nuestro famoso Súchel, y aun no
hubieran pasado seis semanas desde la disolución del ejército,
cuando ya el benemérito Lacy tenia otro ejército en ciernes. Y
Lacy no dio acciones en grande, pero si en pequeño y muchísimas,
)' al fin le salia la cuenta, porque muchas candelas ya se sabe que
al cabo constituyen un cirio. Y" Eróles secundó sus esfuerzos con
WHividad incansable, y mientras el uno caia sobre el castillo de
'as islas Medas en la embocadura del Ter, el otro sorprendía con­
des, y mataba franceses sin tiento, y tomaba posesión de Igua­
lada, y de Casamasana y de Cervera y de Bellpuig y de Puigcer-
^á. Y el miedo de los imperiales rayó aquellos dias muy alto, y