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AÑO 1814. 627
reducirse las medidas de economía adoptadas por el Congreso
en este segundo período.
En cuanto á providencias políticas, la mas importante de to­
das es la promulgación del reglamento que se dá á la Milicia
Nacional, en la cual se declara obligados á entrar á todos los es­
pañoles de 30 á 50 de edad, esceptuándose algunas clases, sien­
do elejidos ante los ayuntamientos por las compañías respecti­
vas los oficiales, sargentos y cabos, y considerándose como ge-
fes natos de estos cuerpos los gobernadores ó comandantes mi­
litares de nombramiento real en los pueblos donde los haya.
¡Lástima que se piense tan tarde en llenar el artículo 363 del
Código constitucional, organizándose esa institución cuando ya
no puede ser útil á la Libertad moribunda! Por lo demás, ó los
absolutistas no saben lo que se hacen volándola, ó si lo saben,
siguen en su tema de adormecer á los reformadores, para me­
jor clavarles el puñal en lo mas profundo del sueño. La causa del
finjido Audinot, el cual acusa á Arguelles y á otros varios de los
representantes liberales, de querer fundar en la Península un go­
bierno democrálico puro con el título de República Iberiana, es
otro de los varios asuntos que ocupan la atención del Congreso
en sus últimos momentos de vida, y otro de los hornillos que
rebientan revelando la guerra subterránea y la inmensa esten-
sion del volcan sobre que descansan las Cortes.
Los apóstoles de la reforma comienzan á entrever el fin hor­
rible que á las instituciones espera; mas no por eso cambian de
actitud, ni adoptan medida ninguna capaz de ponerlos en guar­
dia. Cruzados tristemente de brazos, el decreto del 2 de febre­
ro ha agotado sus medios de acción. Diréis que los tiene encan­
tados alguna de las hadas de Ariosto, según ellos se mueren á
sí mismos antes que el despotismo los mate. La ráfaga de vida