TIMOS Yliras - DSpace CEU

ANO 1812. 419
ser menos plomo que lo soy en la actualidad, crea muy del caso
omitirlos. Por lo demás, suplicóte, oh lector, que no augures
del resto de la obra por lo largo de esta jornada. Yo doy á cada
cosa lo que es suyo, y la época de 1808 á 1814 no es para
tratada de prisa. La libertad y la independencia desempeñan en
ella un papel demasiado trascendental para que pueda confun­
dirla yo con otros miserables períodos del siglo que va tras­
curriendo. Queden mi desden y mis náuseas, mi sarcasmo y mi
indignación reservados para otras tristes eras de despotismo y
arbitrariedad, de iniquidad y de retroceso; mas lo que es esa
época primera, y la segunda constitucional, y aun esta tercera
en que estamos, permíteme, oh lector, que las trate con mas
detención que las otras, rindiendo el homenaje debido á la im­
portancia que las recomienda, ya por lo que son en sí mismas,
ya por su mayor cercanía al infeliz período que corremos.
Hemos ya dado vuelta al gran círculo de los poderes en que
se divide el ejercicio de la soberanía en sus aplicaciones mas
vastas, ejercicio que no debe confundirse con la soberanía en
sí misma, la cual reside SIEMPRE en la nación, ya de una ma­
nera ostensible cuando el Pueblo hace uso de ella en las grandes
crisis sociales y cuando en mas pacíficos términos se limita á
elegir sus mandatarios, ya solo de un modo latente, cuando
aquellas potestades funcionan promoviendo el bien general, cui­
dando de evitar mutuos choques, ó choques con la causa del
pais, que hagan al fin las veces de eslabón y obliguen á saltar
del pedernal la chispa encerrada en su seno. Están recorridas,
repito, las facultades de los tres poderes; ¿pero no hay mas po­
deres que esos? Afirmarlo equivaldría á decir que no hay en el
sistema celeste sino soles y planetas primarios, desconociendo
lunas v cometas: mas así como estos asustan á las gentes su-