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AÑO 1813. 557
pertenecientes á la reforma; todo indicaba que la del Quintillo
disponía un como golpe de Estado en perjuicio de las instituciones.
Yo no sé si la Regencia marchaba con la seguridad que
se dice; pero sí observaré con Ranzau en el Arte de conspirar,
que sin duda debió de bailar mucho, y mas en tiempo
de Carnestolendas, porque todos notaron lo que habia al ver
su estraordinario movimiento en los primeros dias de marzo,
época en que cayó cabalmente el festivo carnaval del año 13.
Puestos en guardia los constitucionales, esperaron á ver si la
cuaresma la hacia proceder con mas seso; pero el gobierno
decidió seguir con las comenzadas piruetas, llegando estas á
colmo el 7, fiesta dominical por mas señas, y en que para ser
mas notable el maridaje, mas que ralo ya, de carnaval y conspiración,
coincidió la alarmante noticia de la separación de
Valdés con la rebelión de los clérigos y el consabido baile de
Piñata. Las Cortes, como atentas que eran, dejaron descansar
toda la noche á los muy divertidos Regentes; pero á la siguiente
mañana entraron en cuentas con ellos, que no está, como
dice el refrán, reñido lo cortés con lo valiente. La ya mas que
pésima estrella de nuestros cinco ilustres gobernantes, hizo que
fatales en todo, fuesen tan torpes en hallar disculpa á sus últimos
estravíos, como lo habían sido en dirigir el timón de los
públicos negocios durante los trece meses y pico de su elevación
al poder; y así, tomando la palabra Arguelles, como solia
hacerlo, y muy al caso, en toda ocasión climatérica, propuso
sin andarse en chiquitas la destitución consiguiente. Comprometidos
con los liberales desde las postreras medidas los mas
encogidos de hombros del partido contrario á las reformas, no
osaron oponerse á la voz del representante asturiano, y apro-