TIMOS Yliras - DSpace CEU

G16 , TllUOS Y TROYANOS.
torio, y aquel á enviar á pasear á los republicanos consabidos,
es decir, al ejercito inglés, sin perjuicio de reintegrar á lodos los
afrancesados en el goce de sus derechos, honores y prerogativas
y en la posesión de sus bienes, y de ajustar con el Emperador un
tratado relativo al comercio entre uno y otro pais. Esto en cuan­
to á lo mas sustancial: lo demás no merece la pena de que yo
lo refiera aquí, á no ser los treinta millones al año que el rey se
compromete á pagar á Carlos IV y á María Luisa, residentes con
Godoy en Marsella, y los ocho también anuales á la misma Ma­
ría Luisa para el caso de quedarse viuda, lo cual es bastante di­
fícil, aunque Carlos muera antes que ella.
Arreglada la cosa en estos términos, los cuales, como veis,
son capaces de sacar los colores al rostro á cualquiera que no sea
Fernando, dá esle orden al susodicho San Carlos para que se
dirija á Madrid á obtener la ratificación. La convención es
nula, mas no importa: el rey ha aprendido el secrelo de ratificar
lo que es nada. ¿Cómo se ha de negar la Regencia á darle su
aprobación, cuando S. M. se la exije y ese venturoso tratado ha
sido concluido en Valencey, donde aquel ha encontrado no un
destierro, no una prisión como se decia, sino una noble hospi­
talidad! En cuanto á lo demás, el negocio parece un si es no es
climatérico, y exije instrucciones secretas. Así, pues, lo que el
duque debe hacer es examinar con cuidado si las Corles y la Re­
gencia son leales á la causa del rey, ó infieles c inclinadas al ja­
cobinismo, COMO YA S. M. LO SOSPECHA, y atemperarse á obrar
según observe que son jacobinas ó no; pero pidiendo y exijien-
do siempre la ratificación del tratado, salvo después declararlo
nulo ni mas ni menos que la ralilicacion, cuando pueda impu­
nemente fallarse al empeño por el rey contraído.
O yo soy un bolo, lectores, ó es cosa de chuparse los dedos