TIMOS Yliras - DSpace CEU

|.'(8 TIRIOS Y TRÓVANOS.
en nuestras regiones de América. Dicho sea en honor de la ver­
dad, y sin rebajar lo mas mínimo la generosidad de aquel país.
Los beneficios de la Gran Bretaña ya se sabe que deben costar un
tres ó cuatrocientos por ciento. En cuanto á lo demás, su con­
ducta continuó siendo siempre la que debia ser, cahuladora. Su
primer interés en la Península consistía en tener á Portugal bajo
su perpetua tutela, y una vez libertado ese reino de la dominación
de los franceses, lo demás no corría tanta prisa. Asi fue que res­
pecto á la España procedió siempre con circunspección en lo de
aventurarse á compromisos cuyo éxito no fuese muy probable.
Cuando tomaba cartas en el juego , era porque vía los triunfos. Si
la partida era peligrosa, nos dejaba á nosotros el solo, y contaba
las bazas alo alcalde. Los ingleses son siempre así: genio y figura
basta la sepultura.
Nuestras relaciones con ellos el año- 1808 habían sido frascas y
cordiales, mas no estaban basada en tratados que pudieran lla­
marse obligatorios. La Central en 9 de enero de 1809 concluyó
formalmente su alianza con el gobierno de aquella nación, obli­
gándose este á ayudarnos con todo su poder, y á no reconocer
mas rey de España que el que esta reconociese, ni á ajustar la paz
con la Francia sin nuestro acuerdo, asi como nosotros tampoco la
podíamos hacer sin el suyo, ni ceder á la Francia parte alguna
del territorio español. Por una cola, ó llámese adición, convinie­
ren también ambos gobiernos en darse mutuas y temporales fran­
quicias al comercio de ambos estados. Esto que convenia á la In­
glaterra quedó arreglado sin dificultad. La Central por su parte que­
ría ajustar también un tratado relativamente á subsidios. Esto que
nos convenia á nosotros, no pudo por desgracia conseguirse. Que­
dó, pues, el gobierno español sin mas derecho á la pecunia inglesa
que el que el gobierno ingles quisiese darle, siendo 20 millones