TIMOS Yliras - DSpace CEU

446 ruaos Y TROYANOS.
despotismo y de la anarquía, como dice el economista que poco
mas arriba he citado ? La Constitución se hace cargo de estas
y otras preguntas que omito, y responde en los siguientes artí­
culos, á los cuales no quiero quitar ni siquiera una sola palabra:
CAPITULO II. De las milicias nacionales.
Art. 562. Habrá en cada provincia cuerpos de milicias na­
cionales , compuestos de habitantes de cada una de estas , con pro­
porción á su población y circunstancias.
Art. 363. Se arreglará por una ordenanza particular el
modo de su formación, su número y especial constitución en todos
sus ramos.
Art. 364. El servicio de estas milicias no será continuo, y
solo tendrá lugar cuando las circunstancias lo requieran.
Art. 365. En caso necesario, podrá el rey disponer de esta
fuerza dentro de la respectiva provincia; pero no podrá emplearla
fuera de ella sin otorgamiento de las Cortes.
Aquí, empero, de los gestos y náuseas de nuestros doctri­
narios españoles:
—¡Milicia nacional! Huy! qué horror!
—¡Armar á la plebe! Uf! qué asco!
—Poner en manos de los descamisados nada menos que la
fuerza pública! ¡Vaya una ocurrencia diabólica!
A lo cual digo yo: ¡y bien, señores! ¿Qué otro medio hay-
de aliviar ese inmenso presupuesto de guerra con que nos es-
tais abrumando, sino la institución de la milicia á que este ca­
pítulo alude? ¿Habéis de ser vosotros solamente los que tengáis
un crecido ejército, y no lo tendrá la nación para hacerse res­
petar de sus déspotas el dia en que estos se empeñen en no
reconocer otra ley que el uso inmoral de la fuerza? En buen
hora que no se den las armas sino ;á ciudadanos que ofrez-