TIMOS Yliras - DSpace CEU

ASO 1808. 71
pas del emperador contra los valientes soldados, cuyo gefe
tienes allí. ¡Crimen nefando ! ¡ horrible sacrilegio',! Y todo por tu
causa , y no hay mas; porque tú has arrastrado á los rebeldes á
ese asesinato espantoso.
— Pero, papá , por Dios ¡ si yo no sé nada ! ¡ si esta es
la primera noticia
— Punto en boca, repito otra vez, que estoy abotargado de
cólera, y si chistas una sola palabra
Y vuelve á levantar el bastón, y amenaza cascarle otra vez.
Fernando se encoje de hombros, y se manifiesta impasible mien­
tras pasa el primer baqueteo. Sus ojos en el ínterin se fijan en
la garrancha del emperador. Mientras este no saque la espada y le
emprenda de firme con ella, lo demás se puede sufrir.
— Ahora bien, continua el rey padre: Madrid ha obedecido
tristemente tus inspiraciones, mas también ha caido el castigo
sobre las inicuas cabezas que secundan tus planes allí. «¿Juzgas
ser posible persuadirme que ni tú ni los miserables que le dirijen
habéis tenido parte en ese motin? ¿Te has dado priesa á destro­
narme para ahorcar á mis vasallos? ¿Quién te ha aconsejado esa
carnicería? ¿Aspiras solamente á la gloria de que te apelliden
tirano (1)? »
—¿Puedo ya contestar, padre mió?
A esta pregunta se enfurece Carlos de nuevo, y alza la estaca
(i) Estas palabras y las demás que van entre comas, son históricas,
lectores carísimos, y lo mismo los bastonazos y demás de que se vio ame­
nazado Fernando en esta segunda y última entrevisti, celebrada en la man­
sión de sus padres. Si os parece, pues, que la escena peca un si es no es
de poco digna, culpad á la historia y no á mí. Yo arreglé el dialognillo á mi
modo, pero inventar calumnias ¡ Dios me guarde