TIMOS Yliras - DSpace CEU

M2 T1RY0S Y TROYANOS.
ciones, repito, y haréis justicia á la ilustración, á la filantro­
pía y al tino de los Diputados de Cádiz, disculpándolos, como
yo, por lo que dejaron de hacer, merced á lo mucho que hicie­
ron en materia en que todo ó casi todo era necesario crearlo.
Algunos han echado de menos entre tantas saludables me­
didas la de la instalación del jurado para todo linage de deli­
tos; pero hablando con formalidad, ¿era esto posible en tal
época? Otros se han lamentado del artículo en que tras pres­
cribir tan sabiamente las formalidades ya dichas para el arresto
de los delincuentes, se reservan las Cortes el derecho de sus­
pender esas (jaranitas en circunstancias estraordinarias, ó sea
cuando así lo exijiere la seguridad del Estado. ¿No es esto, di­
cen , erigir en máxima la conculcación de la ley, y echar de
una plumada por tierra todas las bases en que está fundada la
administración de justicia? ¡Ah! Yo me lamento también cuan­
do veo el artículo en cuestión servir de remate á este título; pero
tal, por lo visto, es el lote de las instituciones humanas. Re­
nunciemos á ver de lleno el sol mientras continuemos aquí bajo...
esto he dicho yo poco há, y eso mismo venia á decir la Comi­
sión de Constitución, al dar en su discurso las razones que la
habian precisado á adoptar tan triste y necesaria medida. «Por
último, decia, Señor, todas las leyes humanas, aunque sean dic­
tadas con la mayor sabiduría, están sujetas á sufrir la irresisti­
ble contradicción de circunstancias imprevistas. Roma en medio
del imperio de sus leyes y del religioso respeto á sus institucio­
nes, acudía muchas veces al estraordiñario recurso de suspender
á un mismo tiempo todas las leyes de la República. La actual si­
tuación de España hace ver que puede haber momentos en que la
suspensión de una ley salve el Estado, ó su observancia compro­
meta su misma libertad é independencia. La Comisión, Señor, ha