TIMOS Yliras - DSpace CEU

solo reunir los diplomas, había carga para abrumar á un mulo. Duque de la
Aleudia; Secretario de estado; Señor del Soto de Roma y del estado de Albalá:
Grande de España de primera clase; Regidor perpetuo de Madrid, Santiago,
Cádiz, Málaga y Écija; Veinte y cuatro de Sevilla; Caballero del toisón de Oro;
Secretario de la reina con ejercicio; Gran cruz de Carlos III; idem de la or­
den de Cristo y de la religión de San Juan; Comendador de Valencia del Ven­
toso, Rivera y Aceuchal en la de Santiago; Consejero de estado; Superinten-
tendente general de correos y caminos; Prolector de la academia de Nobles
Artes, y de los gabinetes de Historia natural, Jardín botánico, Laboratorio quí­
mico y Observatorio astronómico ; Gentil-hombre de cáYnara con ejercicio;
Capitán general de los reales ejércitos, y Generalísimo después; Inspector y
sargento mayor de guardias de corps; Protector del comercio; Principe déla
la Paz; Almirante de España é Indias con el tratamiento de alteza...(1)... ,qué
sé yo las mercedes y diabluras que reyes y no reyes lucieron con él? Y todo,
como dice Toreno, por una privanza fundada en la profanación del tálamo
real; pero estas son palabras mayores, y yo por mi parte, me guardaré muy
bien de proferirlas.
Esto á un lado, el gobierno de Manuel warchaba á las mil maravillas. Lo
primero que hizo fué atufarse con la Francia revolucionaria , lo que nada te­
nia de estraño; y quererse tragar á los franceses, lo cual era ya harina de otro
costal. El conde de Aranda le dijo que no se metiese en dibujos, y él le con­
testó desterrándole para ahorrarse razones inútiles. Los franceses entretanto
comenzaron á amoscarse también ; y aquí te pego un chirlo , allá un cachete
por poco no hay una del diantre. Vistas las orejas al lobo, cayó de su asno
Godoy, y entabló la paz con la Francia. Agradecido el rey á sus servicios como
hombre de estado y como mantenedor de la guerra, creyó deber pagarle con
epigramas; y sin encomendarse á Dios ni al diablo, le dio el título, apodo ó
lo que sea, de Príncipe de la Paz.
Manolillo era todo eslremos. Impolítico y terco un si es no es en lo tocante
5 echarla de tremendo , vióse precisado por último á mostrarse pacifico y
manso; pero no contento con esto , ajustó después una alianza, y hele tan
contento y tan alegre con los que antes llamaba á boca llena demagogos y re­
gicidas. Los franceses se rieron en grande, al ver hechas de pronto carne y
uña la España de los Reyes y los Papas, y la Francia enemiga de los tronos y
(1) Es de advertir, carísimos,que en estos nombramientos no me cuido del
orden cronológico, porque en cosas que no tienen pies ni cabeza