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TIMOS Yliras - DSpace CEU

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AÑO 1810 177<br />

ni el título de Alteza Real, ni los palacios, cotos, haciendas y<br />

bosques de Navarre, que ademas de lo dicho allá arriba le habia<br />

dado el emperador hasta la concurrencia de 50,000 arpens, en<br />

plena propiedad sin hipoteca.... ¡nada de eso bastaba á llenar el<br />

horrible y espantoso vacío que esperimenlaba su alma en aquella<br />

infausta mansión!<br />

Infausta , sí, porque Fernando al cabo habia nacido español,<br />

y era ademas monarca de un gran Pueblo; y ni el tomo, ni las la­<br />

bores de manos, ni la biblioteca, ni el baile, ni sus paseos por<br />

el jardín, ni sus actos de broma con las damas, niel titulo de prín­<br />

cipe francés, ni su tratamiento de Alteza , ni los once mil realejos<br />

que se chupaba diariamente, ni nada, en íin, de lo que llevo di­<br />

cho podia apartar de sus ojos la imagen de su patria querida, ni.<br />

hacerle olvidar la memoria del trono en que acababa de sentarse,<br />

ni obligarle á acallar en su pecho el odio que debia respirar con­<br />

tra el usurpador de ese trono, ni sofocar la gratitud inmensa, el<br />

reconocimiento sin límites con que estaba obligado á pagar el pro­<br />

digioso y sobrehumano esfuerzo que á costa de torrentes de san­<br />

gre, y llamando sobre sí la miseria, la devastación y la muerte,<br />

desplegaban por volverle al dosel sus leales y magnánimos subditos.<br />

Masay! y otra vez ay! Fernando hubiera sido un grande<br />

hombre á haberse dejado guiar por sus bien conocidos instintos;<br />

pero desde el mismo momento que holló con sus plantas el sitio<br />

que de reclusión le servia.... era el 18 de mayo de 1808.... se<br />

acercó á una fuente y bebió, y una fada maligna y siniestra mez­<br />

cló no sé que polvos en el agua, y aquellos polvos eran entre ne­<br />

gros, amarillos, azules y rojos (que es un color que el mismo<br />

Barrabás no adivinarla cuál es), y lenian la secreta virtud de ha­<br />

cer perder un poco la memoria y del lodo el rubor y la vergüenza;<br />

y esto supuesto, y una vez sabido que nuestro héroe bebió de<br />

TOMO i. 12

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