TIMOS Yliras - DSpace CEU

5V2 TIRIOS Y TROYANOS.
reda que con el tal folleto se movió. Lo que sí parece algo anó­
malo es que existiendo leyes sobre imprenta, se mezclasen las
Cortes del Reino, y esto ya por tercera ó cuarta vez, en materia
que no les atañía; pero así lo hicieron no obstante, espresan­
do á la Regencia su amargura por la aparición del folleto, y
escitándola á proceder con tanta brevedad como rigor, com­
probados que fuesen los insultos que pudiera sufrir la Religión
en el contenido de aquel. Con esto parecía haberse hecho mas
de lo estrictamente necesario para tranquilizar las conciencias
de los Diputados mas rígidos; pero entre estos habia un buen
número que echaban una cosa de menos, y era la piadosa cos­
tumbre de los autos de fé bibliográficos, con la correspondiente
intervención del que ahora se llama ejecutor y entonces se lla­
maba verdugo; y así no les plació una medida tan estraor-
dinariamente suave, que sobre no ordenar muerte á fuego en
lo que á los autores tocaba, ni aun para sus libros siquiera
hacia mención del brasero. Viendo, pues, el olvido escanda­
loso en que á la Inquisición se tenia, resolvieron no aguan­
tar mas la ya insoportable preñez de su reconcentrada y san­
ta ira, y el 22 del dicho mes de abril, cuatro dias después
del acuerdo adoptado contra Gallardo, estalló repentinamen­
te y sin decir siquiera allá vá eso, todo el partido antirefor­
mador.
—¿Hasta cuándo, esclamó un Diputado (era Riesco, inqui­
sidor por Llerena), hasta cuándo estaremos esperando que la
secretaría dé cuenta de los trabajos sobre Inquisición?
A tan imperioso exabruto contestó la secretaría leyendo el
dictamen ya dicho en favor del restablecimiento.
—¡Qué se apruebe! qué se apruebe el dictamen! esclama­
ron como energúmenos los Diputados del color de Riesco.