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TIMOS Yliras - DSpace CEU

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•')í TIKIOS Y TRÓVANOS.<br />

iianlo onlio (odas. Esa virtud que mal entendida lo habia hecho<br />

perder la corona de la tierra, podia ahora, bien ordenada, hacerlo<br />

ganar la del cielo. ¿Cómo titubear en el cambio? Mas ay! que los<br />

mejores propósitos vienen á ser de lodo punto inútiles cuando el<br />

hombre da oidos al demonio, y Carlos se dejó fascinar por dos<br />

diablos á falta de uno.<br />

Eran estos su cara mitad, y su no menos cara cuarta parte.<br />

Quiero decir, su muger y su hija; que si son las esposas mitades pol­<br />

lo que á los maridos concierne, no so porque á los hijos de sus<br />

padres no he de poder llamarlos cuartos suyos, siendo producidos<br />

á medias por una y por otra mitad. Sea do esto lo que se quiera,<br />

(jue no deja de ser metafísico, y hasta puede ser falso algunas ve­<br />

ces , ello es que Carlos IV en su desgracia se halló metido entre<br />

dos Evas; y si Adán cayó por oír á una, no es mucho que acabara<br />

él de hundirse escuchando embelecos de dos. La mayor, ó sea la<br />

madre, ya sabéis que era el mismo barrabás, y que se llamaba<br />

María Luisa. La menor, ó sea la hija, era así mismo de la piel<br />

del diablo, y llamábase María Luisa también. Casada con el duque<br />

de Parma, habia conseguido en 1801 sentarse en el trono de Etru-<br />

ria, erijido exprofeso para ella y para su joven esposo. Viuda poco<br />

tiempo después, quedó gobernando aquel reino á nombre de su hi-<br />

jito Don Luis; pero Napoleón en 1807 dijo que no quería reyezue­<br />

los donde él podia ser monarca en grande, y echó de la Toscana<br />

malamente á aquella cuitada señora. Con tan poco plausible mo­<br />

tivo , vino la ex-rcina al lado de sus padres, convalachándose con<br />

ellos y con Godoy para tener también su partecilla en el despojo<br />

de Portugal. Su interés, según eso, era idéntico al de los demás<br />

manipulantes en aquel indecente negocio, y sus respingos y ma­<br />

los ratos al ver defraudadas sus esperanzas, fueron igualitos tam­<br />

bién. Ella, en lio, era en lodo y por lodo de la parcialidad del va-

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