TIMOS Yliras - DSpace CEU

AÑO 1812. 459
curso del tiempo; pero suponed ahora un quid que se os ha pasado
por alto, y es que el rey con quien tan abobado está el
pueblo, consiga ser restituido al trono antes que pase el referido
plazo. Suponed ese caso, repito, y suponed que el rey vé
de mal ojo la Carta que habéis decretado: ¿cómo salís del
atolladero en que os pone vuestra declaración, si el monarca
se empeña en no prestarse á tener paciencia ese plazo? Yo no
hallo otro remedio que la fuerza para hacerle entrar en razón;
¿pero tenéis vosotros esa fuerza, siendo Fernando el ídolo del
Pueblo? ¡ Ah Diputados, y de qué manera fuisteis en este punto
imprevisores! ¿Qué perdíais en haber ostentado alguna mas
flexibilidad en la redacción de ese artículo? ¿Qué inconveniento
habia en ser corteses con el que al cabo habia de venceros si
se declaraba la lucha entre vosotros y S. M.? ¿Qué aventurabais
en sentar la base de una conciliación ó transacion para el
caso mas que probable de haber peligro en dar una batalla?
¿Qué arriesgabais, en fin, en añadir por ¡Via de remate de
Carta: la presente Constitución será presentada al monarca cuan­
do vuelva de su cautiverio, pudiendo ser entonces reformada, de
acuerdo las Cortes con él, aun cuando no haya trascurrido el
plazo que para ello se necesita ?
Y no hay que decir que Fernando no era acreedor á tanta
deferencia, que eso ¡voto á brios! ya lo sé, y sé también que
en el mero hecho de haber abandonado la causa de la independencia
española en los términos en que lo hizo, maldito si podía
quejarse de que el Pueblo á su vez le hubiera hecho un
bonito corte de mangas; pero esa no es la cuestión ahora, sino
la de que el Pueblo dio en matarse por ese Domiciano en infusión,
y la atención y cortesanía que yo echo de menos en la
Carta, lejos de reclamarlas para este, las reclamo para ese quid