TIMOS Yliras - DSpace CEU

ANO 1813. 565
estrañar en él, cuanto si algo le habia distinguido, habia sido
el principal papel que acababa de jugar poco antes firmando el
destierro del Nuncio. La ley de propiedad literaria; las modifi­
caciones introducidas en la práctica criminal, hija de nuestros
tiempos de barbarie; la abolición de la pena de horca, sustitu­
yéndole la de garrote; la supresión total de la de azotes, y la
derogación de las leyes que imponian la de infamia perpetua
á seres que no habían delinquido, fueron todas medidas loables
y que hicieron honor á la cultura de las Cortes estraordinarias
en sus últimos meses de vida. Menos afortunadas en hacienda,
llevaron á cabo el dislate de establecer una sola contribución
directa en lugar de las rentas provinciales y las que se llama­
ban estancadas, siendo por lo demás digno de elogio su pen­
samiento de regularizar los sacrificios del contribuyente, ata­
cando en su base la injusta, la monstruosa desigualdad que
existia en materia de impuestos. El examen de los presupues­
tos no dio resultado ninguno que pudiera llamarse agradable,
siendo siempre superiores con mucho los gastos del país á sus
ingresos, y no siendo dable cubrir con la nueva contribución
los 486 millones y pico que nos resultaban de déficit. Otra de
las postreras tareas de las Cortes estraordinarias fué el arreglo
de la deuda pública, cuyoplan, complicado sin duda y lleno de
esenciales defectos, ofreció sin embargo á los acreedores nue­
vas y mas seguras garantías en lo perteneciente á sus pagos.
La solicitud del Congreso en mirar por el crédito público tan
lastimosamente decaído en aquellos dias de prueba, pudo en
buen hora no ser coronada con el éxito á que era acreedora;
pero hizo á lo menos honor á la reconocida buena fé con que
constantemente procedió en medio de ceder al torrente de mil
envejecidos errores, mas fáciles ahora de advertir, que de ser