TIMOS Yliras - DSpace CEU

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Nada, pues, mas al caso ni mas justo que aprovechar Fernan­
do los momentos en que su amo estaba de gracia, ó debia estarlo
á lo menos, para dispensarle merced en lo tocante á su solicitud;
pero la habia hecho tantas veces, y siempre con tan poco fruto,
que le flaqucaron las piernas cuando quiso escribir nuevamente al
que con tanta y tanta calabaza le habia sin cesar contestado. Pare­
cióle por tanto mejor valerse de tercera persona, y echó el ojo á
Mr. Berthemy , gobernador , guardián , carcelero , centinela de
vista, ó lo que fuese, del castillo de Valencey, y dicho y hecho! lo
escribió una carta el dia 4 de abril, suplicándole en ella que por
Dios y por lodos los santos viniese á la habitación de Amezaga, su
caballerizo mayor, en donde á las tres de la tarde quería hablar
con él sobre el asunto, sin perjuicio de ver si habia medio de que
el emperador le sacase de aquella maldita mansión. Petición escu-
sada la última, porque si el emperador otorgaba el punto princi­
pal, que era la boda, claro está que no había de hacerlo para en­
carcelar á la novia, no habiendo cometido delito que la hiciese
acreedora á tal pena, á no ser que lo fuese aceptar semejante ga­
lán por marido.
Sea de esto lo que se quiera, Fernando se espresó de ese mo­
do, y yo no sé si Berthemy acudió ó dejó de acudir á la cita; pero
sé que si vino fué lo mismo que si no soñara en venir, porque el
rey siguió como antes, preso en cuanto al punto segundo, y viudo
en lo tocante al primero. Calabazas por duodécima vez.
—¿ Sí ? Pues viudo y preso por mil, preso y viudo por mil y
quinientos. Doce no es todavia docena, y sino, la cuenta del frai­
le. Borrajeemos otro memoria!. El en negar y yo en pedir, veré-
"ios quien se cansa primero.
Dijo nuestro incomparable Fernando , y enarboló la pluma , y
Sl
gnió así: