TIMOS Yliras - DSpace CEU

AÑO 1812. 397
derecho están en pugna desde la creación á nuestros dias; pero
el derecho triunfará del hecho, y todos los gobiernos ilustra­
dos acabarán por reconocer que hay dos grandes poderes supe­
riores á todos los poderes humanos: el espiritual de la Igle­
sia, y el poco menos que espiritual que debe ornar á la judi­
catura.
Los antiguos, dice un moderno (Amadeo de Saint Mauris),
habian personificado muy bien la administración de justicia.
Themis era la divinidad que debia recordarla á los hombres, y
por una admirable alegoría, tenia una venda en los ojos, vién­
dose en una de sus manos una balanza en perfecto equilibrio,
mientras la otra empuñaba una espada, símbolo que pintando
á los hombres la inflexibilidad de las leyes y su imperio equi­
tativo é igual sobre grandes, pequeños y chicos, sobre podero­
sos y débiles, lo hacia con mas energía y de un modo menos
prosaico que ese artículo tan común á todas las Constituciones
y con tanta frecuencia infringido, el cual dice á los ciudadanos:
todos ante la ley sois iguales.
La administración de justicia ha seguido en casi todas las
épocas las condiciones fundamentales en que ha estado basada
la política. Patriarcal, teocrática, monáquica, aristocrática, mu­
nicipal, popular, revolucionaria.... de todos esos caracteres se
le lia querido hacer participar. Pobre y miserable bajel comba­
tido por el huracán de las tristes pasiones humanas, no ha se­
guido casi nunca mas rumbo que el que le han querido marcar
los que le han llevado á remolque desde la nao de la Goberna­
ción , nao que cada piloto dirige como mas conviene á sus mi­
ras, y cuyo timón se distingue por lo contradictorio de sus gi­
ros á medida que cambia de manos. Tal ha sido siempre el po­
der: la justicia no ha sido para él sino un medio esencial de