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ASO 1809. 157
Cataluña seguía indomable , apurando al francés los soma­
tenes basta el punto de tenerle bloqueado en el mismo Bar­
celona. Las batallas ganadas por los imperiales, no les daban allí ;
preponderancia que pudiera llamarse decisiva. La rendición de
Gerona en diciembre fué un acontecimiento funesto si se conside­
ra la pérdida de tan grande y heroica población; pero si se atien­
de al egemplo de magnanimidad y constancia desplegado en aquel*
tercer sitio; si se tiene presente la lección que dio de resistencia
aquel Pueblo, enseñando á sufrir á los demás y mostrándoles
abierto el camino déla inmortalidad y de la gloria, ¿cómo no lla­
mar venturoso tan sublime y heroico martirio? No, no era posible
ceder nación que tenia á la vista dos modelos tan grandes que imi­
tar como Zaragoza y Gerona..
En Navarra, en Castilla, en León, en Estrcmadura, en la
Mancha, en todas las provincias españolas, era contagioso el ejem­
plo que acababan de dar al país los bravos somatenes catalanes.
Con aq,uel sistema de guerra, irregular, anárquico en buen hora,
pero salvador cual ninguno, poco importaba al fin el triste éxito de
las mas de nuestras batallas. Una de ellas ganada por nosotros po­
día resolver la cuestión en favor de la causa nacional: ciento que
ganase el francés no habian de darle ventaja de las que merecen
tal nombre.
Con aquel sistema de guerra bastaban á la España sus recursos,
sin que necesitara ayuda estraña para salir airosa de su empeño.
La cooperación de la Inglaterra nos valió en un principio muy po­
co, y jamás nos fue tan precisa que fuese condición sine qua non
para emanciparnos del yugo. Sus auxilios pecuniarios á las Juntas
de Galicia, Asturias y Sevilla en 1808 ascendieron á unos 60
millones de reales; y ella se cobró doble y triple, y aun cuádru­
ple cantidad, con la introducción de sus géneros en la península y