TIMOS Yliras - DSpace CEU

AÑO 1808. 09
Con declaración tan solemne, ¿que había de hacer Bona-
parte? Llamar á Godoy con mil diablos, y darle su plato cor­
riente. ¿Por donde diantres pensaría él tener de otro modo la
honra de comer con el emperador ? Hay mostrencos que nacen
con fortuna, y no hay que darle vueltas á la noria.
mundo.
La conversación desde entonces fué lo mas animada del
— ¿Conque tanto queréis á Manuel? dijo Napoleón trinchan­
do un pollo.
— Como que él ha sido mi Alcides, contestó nuestro buen
Carlos IV, royendo al mismo tiempo una costilla.
— Oh! Godoy es un guapo muchacho.
— Ah ! no lo sabe V. M. Figuraos que yo todos los días, fílen­
se invierno ó verano, me iba tempranito á cazar, aunque caye­
sen capuchinos de bronce.
— Oiga! ¿ tanta afición á la caza?
— Qué! si ha sido mi fuerte, Señor! ¿Mas de qué me hu­
biera servido toda esa afición y ese aquel, si no hubiera hallado
en Godoy quien llevase las riendas del gobierno, mientras iba
yo tras los mirlos con mi escopeta y mi reclamo?
— En efecto, teniendo á Godoy
— Tenía cuanto hay que tener, porque él me despachaba los
negocios, y luego al retirarme á acostar, me informaba de todo lo
que habia. Con esto quedaba yo tan contento, y dormia como un
lirón. Al dia siguiente lo mismo: él á despachar espedientes, y yo
aturdiendo el mundo á escopetazos. Y así he pasado diez y ocho
años, los mejores de toda mi vida.
— Y vida bien feliz seguramente, no la mía cercada de ries­
gos y de pesadumbres, haciéndomelo todo yo mismo sin favorito
que me sustituya, ora pensando en hechos de guerra, ora en el
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