TIMOS Yliras - DSpace CEU

AÑO 1810. 241
de Tapia) se llevaron un chasco solemne. Ellos creian que la re­
sistencia del autor de la célebre carta contra la Congregación de
Bayona, excitaría la de la nación, y salióles la burra capada. Desde
aquel solemnísimo trágala (el primero que entre nosotros quiso el
diablo que tuviese lugar), creció mas y mas y mas cada dia la
discordia entre ambos partidos; ¿mas quién culpará á la Asamblea
déla necesidad en que se vio de no consentir á ninguno, por
condecorado que fuera, que se le riese en sus barbas? Prudentísimos
á par que firmes, dieron los diputados en esta ocurrencia una
prueba mas de cordura tratando el asunto en secreto: ¿podia pedír­
seles mas, cuando la agresión era pública?
Destinadas las Cortes á luchar con terribles dificultades desde
el momento de su instalación, vino en breve á probar los quilates
de su sabiduría otro malhadado incidente, otro asunto infinitamen­
te mas arduo y de casi imposible solución. Hablo de las altera­
ciones que tuvieron lugar en América, comenzando por la me­
ridional, irregular é inmenso corazón de 600,000 leguas cua­
dradas, que habiendo comenzado á latir en la época de Tupac-Ama-
ro, iba ahora en 1810 á entregarse de nuevo á convulsiones
presididas por el genio del mal, porque basta á un país ser es­
pañol, ó que haya heredado la sangre y la fatalidad española, para
que desgraciadamente no sepa consolidar su ventura, ora adopte
d gobierno absoluto, ora las formas constitucionales, ora el ré­
gimen republicano. Escritores superficiales han querido hacer res­
ponsables á las Cortes estraordinarias de la pérdida de aquellas
^giones, y no han visto que su desmembración era efecto preciso,
irremediable, de causas bien agenas á ellas. El infante está asido
a
su madre por medio de un cordón que se corta cuando ya no
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rve á nutrirle: luego vive al calor de sus pechos, y siguen los
dos seres siendo uno, mientras el amor es la ley que preside á la
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