TIMOS Yliras - DSpace CEU

CAPITULO XVII
De la guerra en J813 y en 1814, y de como hubo ciegos y no
pocos en la tierra que no tuvo mancos : de la vida, pasión y muerte
de las Cortes llamadas ordinaria*, y del flaco servicio que nos
hizo el gran Napoleón ISonapartc devolviéndonos nuestro amado
Fernando: del espantoso palmo de narices con que se quedaron
algunos que hablan confiado en Wellington, y en fln , de otras
muchísimas cosas con Ius cuales se dá triste fln á esta nuestra
primera jornada.
¡Cómo! ¿Así en la paz se humilla
Pueblo tan bravo en la lid?
¡Oh. Esjaña. España! ¡oh mancilla!
¿Qué os sirve ser la del Cid,
Si no sois la de Padilla?
ABULCACIM TAIUF ABBNTARIQUE, Romancero del siglo XIX.
UlAoNTE elevadísimo es el que se nos presenta delante; pero
es el de la Gloria: marchemos!
En la cima del monte hay un templo. Es el de la Inde­
pendencia: subamos!