TIMOS Yliras - DSpace CEU

AÑO 1812. 501
ner con sus solos y propios recursos. La primera de esas razo­
nes es de pié de banco no mas, porque ¿á quién le ocurre de­
cir que. el ejército anglo-porlugués constituye el primer apoyo
de la independencia española? Poned en la balanza de la lucha
á un lado los 00,000 hombres de que consta á lo sumo ese
ejército, es decir, el que lidia en España, y al otro los 300,000
y pico que componen la suma ó conjunto de todos nuestros cuer­
pos y guerrillas, y veremos, Diputados de Cádiz, á qué lado se
inclina el platillo. Y eso sin contar lo que pesa el espíritu de
que están animados los once millones y medio de los habitantes
que restan. ¡Centro los que son auxiliares! Tanto monta llamar
principal á lo que es meramente necesario. ¿Qué diré del otro
argumento? No parece sino que los ingleses han venido á auxi­
liarnos á España por nuestra linda cara y nada mas, cuando
teméis que puedan disolverse los lazos que á ellos nos unen, si
no les damos el primer papel en los operaciones de la guerra!!!
Su alianza nos es útil, necesaria, precisa, indispensable.... en­
horabuena! ¿pero es humo de pajas para ellos la alianza de los
españoles? ¿No son comunes á los dos países los beneficios de
la resistencia? ¿Tan poco es lo que la Gran Bretaña aventura en
romper nuestra amistad, que sea cuestión de desvío la de un
generalato mas ó menos? Y no es mejor vuestra razón tercera,
la de que la elevación de Wellington tiene por objeto final ase­
gurar á las instituciones el sosten y apoyo de afuera, por si no
le basta el de adentro. Prescindiendo de que ese general es muy
poco afecto á la Carta que acabáis de dar al pais, ¿quién es el
que confia su salud al apoyo de gente estrangera? ¡Poco fiáis
en vosotros mismos cuando de una manera tan impropia pensáis
en la derrota futura! ¡Flojo espíritu de nacionalidad es el que
el proyecto revela! Mas demos que no sea así; demos que no