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282 TIRIOS Y TIIOYANOS.
y algo mas hubiéramos hecho si Wellinglon hubiera querido, y
eslo no es decir que Wellinglon se durmiese por eso en las pajas,
y que no se dormía lo prueba lo que hizo en el año siguiente, y
luego veréis lo que hizo cuando me reliera á ese año.
Y este de 1811 fue muy vario en sucesos, como veis, y de
ellos se deduce que el francés progresó en la parte oriental, y que
en el occidente fue al revés refiriéndonos al reino lusitano, y al
revés también en el norte, y al revés en el mediodía. Y en el
centro estuvo la cosa todo el año in statu quo, y si alguna vez se
inclinó la balanza á favor de alguno, no fue cierto á favor del fran­
cés. Y este tuvo mucho que hacer con el Empecinado en Castilla,
y con Abril por la misma tierra, y con Saornil en la provincia de
Avila, y con Palarea en la de Toledo , y con Chaleco y Martínez
de San Martin allá por la Osa de Montiel. Y eran 30,000 impe­
riales los que en Castilla estaban ocupados en dar caza, sin cazar­
los jamás, á los susodichos señores, y para acabar con la raza, ahor­
caba y fusilaba el francés á cuantos habia á las manos, y ellos le
respondían por su parte colgando tres franceses del cuello porca­
da desgraciado español que él nos fusilaba ó ahorcaba. Y esto era
atroz, muy atroz, y tanto que el cabello se espeluzna cuando en
ello se recapacita.
Y para atrocidades las de Soult, y no acabaré yo el capítulo,
sin dar cuenta al lector de-una de ellas. Y, fue el caso, como iba
diciendo, que estando el tal Soult en Sevilla, cogieron sus sol­
dados á un sargento perteneciente á la división que el bravo Ba­
llesteros mandaba, y era aquel sargento un valiente con veinte
años de servicios, y llamábase Juan Manuel López, y ocupábase
cuando le cogieron en no sé qué requisa de caballos y en acabar
con ciertos bandoleros que só pretesto y capa de patriotas come-
lian mil fechorías. Y el mariscal francés se alegró mucho de apre*