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AÑO 1812. 499
tículo G.°, titulo 1.°, trátalo 7.° de ellas: debiendo aquel ilus­
tre caudillo entenderse con el gobierno español por la secretaria
del despacho universal de la Guerra. Tendrálo entendido la
Regencia del reino, etc. Dado en Cádiz á 22 de setiembre de
1812.»
¿Concluísteis? Pues ahora empiezo yo, y digo: ¿con qué en
esto, Diputados, en esto han venido á parar aquellas alharacas
de amor patrio y de espíritu de nacionalismo, cuando hace po­
cos meses reusabaís á vuestro favorito de hoy el mando reduci­
do y parcial del ejército de la frontera? Ya veo que sois como
el otro, como el escrupuloso García, que según refiere la cró­
nica, no queria escupir en el coro y se ensuciaba en la sacris­
tía. ¿Diréis, como dice el decreto, que es preciso dar unidad
á los planes y operaciones? Perfectamente; ¿pero no lo ha sido
desde el comienzo mismo de la guerra, y no habéis pasado
hasta aquí sin erigir en gefe un estrangero? ¿No hay entre los
caudillos españoles uno solo á quien deferir el mando que dais
á ese otro? ¿Tan difícil es hoy el triunfo, que no lo fuese ayer
diez veces mas, ó son lan incapaces un Castaños, un Lacy y
un Copons v. gr., que no pueda cualquiera de ellos esplotar
en obsequio del pais la mejor situación en que estamos respec­
to á las campañas anteriores? ¡Habláis del cambio de las cir­
cunstancias! ¿No es esa, vive Dios, la primera, la principal
de todas las razones para no quitar á los propios la gloria de
acabar lo que empezaron sin el concurso de los esírangeros?
¡Ah, y como es cierto lo que de nosotros se dice, que no sabe­
mos dar feliz remate á nada de lo que emprendemos! ¿Cuándo
han sido en España los ingleses sino meros cooperadores, y para
eso casi siempre apáticos, de esa guerra sublime arrostrada sin
mas recursos que los nacionales? ¿Quién os dice que deben