TIMOS Yliras - DSpace CEU

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ascendiente, y son la única fuerza que imprime y amolda el cora­
zón guerrero de Cuchagra. »
¿Me detendré yo ahora en admirar la serenidad de ese hé­
roe en defenderse de los imperiales cuando le cercaron en Ro­
bres, ó en pintar su entereza al ver muerto al Cuchagra á
quien arriba ha aludido, ó en rendir un tributo de aplauso á sus
medidas administrativas ? La índole de los TIRIOS no consiente
convertirlos en libro biográfico, y así, omitiendo, aunque con
sentimiento, pormenores de tal naturaleza, volvamos de nuevo
á Wellington, dejando al guerrillero español herido en Santa
Cruz de Campezu, con no poca alegría del francés, bien que
solo para volver á temblar cuando restablecido en agosto con­
siga aquel ponerse nuevamente al frente de sus bien organiza­
das, de sus cada vez mas valientes y mas disciplinadas guer­
rillas.
¿Habéis visto alguna vez los muchachos empeñarse en der­
ribar á pedradas la breva no madura todavía, y resistirse ella á
descender tenazmente adherida á la rama, y tornar á su tarea
los chicos, haciendo al fin bambalear el fruto, aunque sin
acertarle de lleno, y cansarse con esto la cuadrilla, retirándo­
se á casa con la idea de volver al dia siguiente, y quedarse en
tanto uno de ellos á contemplar con la boca abierta el obje­
to del ansia común, y embebecerse en su contemplación hasta
quedar dormido boca arriba debajo de la picara higuera, y
moverse entretanto un vientecillo, y bambalearse otra vez la
breva ya casi en sazón merced á la tunda pasada, y arreciar
el viento tras eso, y redoblándose las sacudidas, venir á des­
prenderse por fin el higo poco antes tan tieso , yendo via recta
á parar á la boca del rapazuelo que se habia quedado debajo?
Pues tal ni mas ni menos sucedió en nuestra guerra de la In-